"Si un masón comprende bien el Arte no será nunca un estúpido ateo",
afirmando por otro lado que, "si bien antiguamente se les exigía seguir la
religión del país en que se encontraban, hoy sólo les exige seguir la religión
en la que todos los hombres están de acuerdo, es decir, ser honestos y probos".
Pronto se empezaron a crear logias en otros países bajo la jurisdicción de la Gran Logia de Inglaterra y obediencias que recibían la carta patente de la obediencia británica. La primera de estas nuevas instituciones fue la Gran Logia francesa, fundada en torno a 1728.
El importante crecimiento de la nueva masonería en torno a la Gran Logia de Inglaterra, suscitó un primer conflicto con la Logia de York de masones operativos (antiguos masones del oficio) quienes para contrarrestarla comenzarán a denominarse "Gran Logia de toda Inglaterra".
En 1751, un número de masones irlandeses ubicados en Londres y afiliados a algunas logias de la Gran Logia de Inglaterra, promueven la creación de una nueva Gran Logia que, en su criterio, mantiene mayor fidelidad a la tradición cristiana que había caracterizado a los antiguos masones operativos, en contraste con la "descristianización moderna", de la que ellos acusan a la primera Gran Logia. Esta Segunda Gran Logia acabará siendo informalmente conocida como la de los "antiguos" en relación a la primera Gran Logia que, paradójicamente, acabará siendo conocida como la de los "modernos".
En 1813 ambas instituciones se unieron formando la United Grand Lodge of England (UGLE).
La constitución de la nueva obediencia, atendiendo en parte a los valores propugnados por la Gran Logia de los "antiguos", introdujo en su constitución un matiz teísta al afirmar la necesidad de la creencia en Dios y en su voluntad, revelada a través de la Biblia o Volumen de la Ley Sagrada.
Tras su fundación en 1728 por miembros de la primera Gran Logia de Inglaterra, la primera Gran Logia francesa recorrió un camino evolutivo distinto, muy de conformidad con el espíritu latino, poco adherido a las formas convencionales y tradicionales.
Durante gran parte del siglo XVIII la Masonería de Aceptación francesa se caracterizó por la creación de una gran variedad de nuevos ritos y grados, algunos de contenido marcadamente místico frente a otras evoluciones filosóficas humanistas.
Estas evoluciones llegan al término de una crisis centrífuga que afecta la masonería francesa en los años 1760, marcada por la división de la primera obediencia en varios bloques rivales, por la abundancia de grados adicionales, la estructuración progresiva de nuevos ritos y la afirmación de corrientes más místicas, paralelamente a la corriente racionalista mayoritaria.
En 1773, la reestructuración que dio lugar al nacimiento del Gran Oriente de Francia, que configurado como una federación de Ritos bajo la presidencia de un Gran Maestro que por primera vez sería electo, permitió reunir a la práctica totalidad de los masones franceses, con la quizá significativa excepción de una llamada Gran Logia de Clermont que finalmente se uniría también a la nueva Obediencia.
El Gran Oriente de Francia (GODF) se convirtió en el garante de la regularidad francesa y el único corresponsal con la Gran Logia de Inglaterra.
En la época imperial napoleónica la Masonería francesa evolucionó hacia posiciones marcadamente sociales y positivistas, lo que contribuyó a acentuar la hostilidad entre la Francmasonería y la Iglesia.
Además es en esta época que el GODF, por una decisión del Convento de 1877 y a partir de una propuesta del pastor Desmons, en virtud del principio de libertad absoluta de la conciencia, eliminó la obligación de invocar al Gran Arquitecto del Universo en sus Logias. Este principio, presente desde el siglo XVIII en las iniciaciones y las instrucciones del Rito Francés, sin embargo aparece como invocación en la apertura y el cierre de los trabajos, así como en la declaración de principios, sólo con los rituales y las Constituciones adoptadas en 1849.
A partir de 1882 las mujeres comienzan a ser aceptadas, y en 1893 se crea la primera obediencia mixta internacional, que tomará el nombre de El Derecho Humano.
Hoy día, se diga lo que se diga, el valor fundamental de cualquier masón es la Regularidad; de ella sobreviene el Reconocimiento, y ambas constituyen un Tesoro masónico para todo hermano bien nacido.
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