lunes, 11 de agosto de 2008

EL RECONOCIMIENTO

El reconocimiento entre Logias, Grandes Logias y masones es producto de la regularidad. Puede sobrevenir con ella o no, pero sin regularidad es imposible el reconocimiento.
Los masones, para efectos de reconocimiento, no lo son por que ellos afirmen serlo de modo unilateral; lo son porque hay previo un reconocimiento entre ellos. Nadie es masón porque diga que lo es, sino porque otro u otros le reconocen como tal.
Desde los SS., PP. y TT. del retejamiento se da, o no, el reconocimiento; sin el retejamiento nadie puede reconocer a un desconocido como masón, a menos que demuestre que lo es.
Quien se apega a las reglas de origen y de principios es, de entrada, regular, aunque no sea reconocido por el momento. La regularidad es el apego a principios normativos que nos vienen desde los momentos fundacionales de la Gran Logia de Inglaterra en 1723; sus Constituciones y los Acuerdos convertidos en las 39 Ordenanzas que constituyen los Reglamentos Generales de 1723. Luego vinieron los puntos dados en 1929 por la propia Gran Logia Unida de Inglaterra.
Tales principios marcan la regularidad. Quien se apega a ellos, es regular; quien los desconoce dándose otros, no lo es.
Debe haber en todo un orden; sin orden no hay Centro de la Unión.
Nadie puede -no debe- andar por el mundo inventando su propia masonería, a su gusto y circunstancia.
Por ello, las Logias, Grandes Logias y masones tienen una norma que les hace tales en todo el mundo: la Regla, y ésta les otorga regularidad; o irregularidad, si no la observan.

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