martes, 12 de agosto de 2008

LA MASONERÍA DE ACEPTACIÓN: UN SISTEMA DE MEJORA CONTINUA DEL HOMBRE

En 1723, el Pastor James Anderson redactó, junto con John Théophilus Desaguliers, Gran Maestre de la Gran Logia de Inglaterra, el documento en el que se funda la idea de una Masonería Especulativa o de Aceptación.

Este texto es el eslabón simbólico entre la masonería operativa de los antiguos albañiles y canteros y la Francmasonería moderna, entre las logias que se ocupaban en el trabajo de tallar piedras para construir grandes edificios civiles y religiosos y aquellas otras que, con el paso del tiempo se convirtieron en talleres de arquitectura interior, en su sentido metafórico.
En la actualidad, todas la Obediencias masónicas se reclaman de las Constituciones de Anderson, si bien es obvia la diferencia que se establece entre quienes han adoptado una interpretación petrificada de dicho escrito y quienes lo vivifican, leyéndolo a la luz de espíritu que les anima. La masonería moderna surge, pues, en torno a un documento de referencia, pero no se constituye como una mera experiencia vinculada a un texto, sino a una tradición iniciática que actúa como estímulo del pensamiento y de la acción.

La masonería, al igual que la filosofía, no es un pensamiento concluso, sino un pensamiento sobre el pensar mismo. La transmisión del método masónico es, en lo fundamental, una transmisión oral, personalizada, grupal. Sin embargo, también es cierto que desde siempre ha existido la necesidad de la escritura como instrumento complementario para conservar y acumular el fruto de las diferentes experiencias vividas a partir del método. De ahí la importancia en la configuración de la masonería histórica de autores como Oswald Wirth, René Guénon, Daniel Beresniak o Jean Mourgues.

Sección tomada de TRES PUNTOS. Una apuesta editorial de la masonería española.

Ahora bien, el pensamiento sobre el pensar mismo -el metapensamiento- es la esencia de la filosofía; empero, el pensamiento masónico es un pensamiento que conduce -guiado por las herramientas de la Construcción- a las aplicaciones prácticas para la vida del masón a efecto de que sea como Job: hombre recto y justo, temeroso de Dios y apartado del mal. La masonería no quiere un especulador teórico, sin un operario aceptado que aplique los principios a su vida y a la vida de los demás, a través del ejemplo.

La Masonería de Aceptación busca hacer de los hombres buenos, mejores hombres. Eso es lo que hace una Logia, es lo que debe hacer. Esa es su misión. La regularidad masónica nos conduce en esa perspectiva: buscar el camino que nos permita, con las Reglas del Arte, caminar por el camino eterno, guiados por el manto y el cayado de Dios, Gran Arquitecto del Universo y Padre Universal.

Las Constituciones de 1723, y sus sucesoras reformas hasta 1738, nos indican las Reglas del Arte. Nos señalan las formas y los métodos en cómo la Masonería de Aceptación -especulativa y moral- es un sistema de mejora continua de la personalidad humana por medio del método iniciático.

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