miércoles, 6 de agosto de 2008

LA REGULARIDAD MASÓNICA: LA GRAN CONFUSIÓN

Por Dr. Molina
El evangelismo, surgido de La Reforma luterana, creció a niveles insospechados, pero sin unidad orgánica. La iglesia romana, en cambio, desde su gran estructura -rígida, monolítica y que además desconoce la democracia- mantiene unidad orgánica en todo el mundo. Las denominaciones evangélicas, por su parte, han florecido pero sin esa unidad institucional y de muchas de ellas, aún hoy, en día surgen escisiones y nuevas denominaciones con sus respectivos líderes en todo el mundo.
Unas se apegan más a la ortodoxia que otras, pero la mayoría tiene diversas interpretaciones del texto bíblico y por lo mismo, rumbos igualmente diferentes.
Lo que para las iglesias es la ortodoxia, para la masonería es la regularidad.
El problema con la regularidad es que hace mucho que dejó de ser un factor de unidad institucional de la Orden en el mundo, y cada Obediencia -desde el Gran Oriente de Francia (GODF)- cree tener su propia regularidad y crecer conforme a ella. El resultado es un caos que impide, por desgracia, presentar una sola cara y que nos hace aparecer ante la sociedad como una organización fraccionada y dividida, en la que cada quien "jala por su lado" sin unidad de rumbo y dirección.
En muchos países proliferan diversas designaciones y títulos para referir "la masonería". Así, por ejemplo, tenemos las Grandes Logias, las Grandes Dietas, los Grandes Orientes, los Altos o Supremos Consejos y además, una variopinta denominación de ritos, grados y sistemas que no hacen sino contribuir a la confusión, al caos y al desorden institucional. ¿Quiénes son los buenos?, se ha de preguntar mucha gente.
Los países anglosajones han conocido mayor unidad orgánica que los latinos. Allá, hay respeto y observancia de "la Regla" básica de organización masónica derivada de las Constituciones de Anderson y de los pronuniciamientos de la United Gran Lodge of England (UGLE); acá, en cambio, han proliferado otras realidades y lo que vemos, al final del día, es una proliferación multivariada de manifestaciones masónicas que no hacen sino crear las condiciones de la división, así como la pérdida de fuerza ante las comunidades y la opinión pública.
Aúnado al problema de la regularidad, se tiene el del reconocimiento. Las Obediciencias se conocen y reconocen, pero también se desconocen y descalifican unas a otras del modo más eclesiástico y papista que se pueda uno imaginar. Algunas Obediciencias, por ejemplo, no están en el librito azul de las Grandes Logias estadounidenses o en el Anuario de la UGLE, y eso es más que suficiente para que los ingenuos miembros de las Potencias no reconocidas, sean rechazados de los trabajos de las Grandes Obediciencias Regulares del mundo. Ahí es donde la frustración y el engaño aparecen como desilusión y desencanto, porque los noveles viajeros aprendices -con todo y sus credenciales y "planchas de viaje"- se preguntan cuál es el sentido de la "fraternidad universal".

¿Qué es la Regularidad?
Se dice que es el apego que una Obediciencia tiene a las normas básicas de organiación de las Instituciones masónicas; la última y definitiva versión de estas reglas es la proclama de la UGLE de 1929, donde establece qué es la regularidad y cómo puede ser ésta. Ahi se afirma, por ejemplo, que la regularidad puede ser de origen y de principios. Y ambos casos es también la adhesión a reglas. Lo que esta en la regla es regular, lo que no es irregular.
La regularidad de origen apela a que las Grandes Logias surgan en la forma correcta y en territorio no ocupado. La de principios pretende garantizar que nadie invente o reinvente la masonería haciéndola a su gusto y acomodo personales. Hay que tener el Libro de la Ley Divina, la Escuadra y el Compás, la declaración de "creencia" en el Gran Arquitecto del Universo como principios "sine qua non" la masonería no puede ser definida ni aceptada como tal.
Pero la realidad acusa escenrios y situaciones diferentes y contrastantes. En el GODF, por ejemplo, se declara que el Libro de la Ley puede ser un libro de poesía o las leyes civiles; que cada Logia y masón es libre de creer o no creer, pudiendo ser incluso agnóstico o ateo. Se afirma que la masonería y sus logias bien puden ser clubes de intelectuales de manifestación social y política y ya no centros de unión fraternal dedicadas al trabajo constructivo espiritual y moral.
En muchas Obediencias se afirma y sostiene que el esoterismo y el pensamiento iniciático es un oprobio para la ciencia y una burla para la filosofía académica. Otros sistemas masónicos -o pseudo masónicos- postulan ser cristianos y muchos nacionalistas.

¿Qué es lo que tenemos, a fin de cuentas?
La respuesta es apremiante: desorden, caos y debilidad institucional.
Sin embargo, es muy fácil asumir la regularidad como estilo de vida logial y masónico.
Solo es cuestión de afinar el proceso de selección de personal de las Logias; de declarar nuestros principios, afirmarlos y postularlos como invariables, tales que se toman o no se toman.
Mientras tanto, la masonería se ha transformado en "las masonerías", y los masones que buscamos y anhelamos la unidad orgánica e institucional, debemos proclamar y luchar en los diferentes foros por la ansiada regularidad.

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