viernes, 26 de diciembre de 2008

LAS LOGIAS DE SAN JUAN

por Jean Palou
En la francmasonería, los talleres de los tres primeros grados se llaman logias azules o logias de San Juan. Veremos, en efecto, más en detalle la significación histórica y simbólica de esta última expresión. Además, los dos términos están perfectamente ligados entre sí, puesto que el simbolismo conoce tres colores azules, "uno que emana del rojo, otro del blanco y un tercero que se une al negro...", lo que corresponde a las masonerías azul, roja, negra y blanca. Por otra parte, esas tres modalidades del mismo color están a la vez unidas tanto a los tres grados de la iniciación antigua como al triple bautismo cristiano, porque... "San Juan Bautista bautiza en el agua (azul) para inspirar la penitencia: es una preparación a un segundo bautismo que él anuncia y que Jesucristo dará por el Espíritu Santo y por el fuego". Se ve entonces por qué las logias azules constituyen las primeras marchas, en la humildad y el abandono del mundo profano, hacia la regeneración producida más tarde por el fuego (Fuego-Cordero). Naturalmente a este simbolismo de los colores se agrega el de San Juan.
En la obra bien conocida de Samuel Prichard aparecida en Londres en 1730, "Masonry dissected", se pueden leer las preguntas y respuestas siguientes:
P.: ¿De dónde vienes?
R.: De la santa logia de San Juan.
P.: ¿Qué recomendaciones traes?
R.: Las recomendaciones que traigo de los verdaderos y venerables hermanos y compañeros de la verdadera y santa logia de San Juan, de donde vengo, y yo os saludo tres veces de todo corazón.
Doce años más tarde se expresa en "L'Ordre des Francs- Maçons trahi et leur secret révélé" una versión más sucinta que la precedente:
"Preguntas que se agregan a algunas de las precedentes cuando un francmasón extraño pide ser admitido en la logia":
P.: ¿De dónde vienes?
R.: De la logia de San Juan.
Paul Naudon, en una obra reciente sobre "Les loges de Saint-Jean", se empeña en demostrar las relaciones existentes entre la francmasonería y los dos San Juan. Este interesante estudio es, por otra parte, más histórico y filosófico que propiamente simbólico, y es este último plano el único que nos interesa aquí.
¿A qué San Juan ha querido honrar la masonería al dar su nombre a sus logias azules, tanto en el pasado para las logias de los compañeros constructores, como en la masonería moderna para los talleres de los tres primeros grados? El hermano E. F. Bazot escribe a este respecto: "...en cuanto al San Juan que los masones han tomado como patrón no puede ser ni Juan Bautista ni Juan Evangelista, que no tienen, ni uno ni el otro, ninguna relación con la institución filantrópica de la francmasonería.
Se debe pensar, con los hermanos más filósofos y más esclarecidos, que el verdadero patrono de las logias es San Juan el Limosnero, hijo del rey de Chipre, que en tiempos de las Cruzadas dejó su patria y la esperanza del trono para ir a Jerusalén a prodigar los socorros más generosos a los peregrinos y a los caballeros. Juan fundó un hospital e instituyó hermanos para cuidar a los enfermos, a los cristianos heridos, y distribuir ayudas pecuniarias a los viajeros que iban a visitar el Santo Sepulcro.
Juan, digno por sus virtudes de convertirse en el patrono de una sociedad cuyo único fin era la beneficencia, expuso miles de veces su vida para hacer el bien. La peste, la guerra, el furor de los infieles, nada pudo detenerlo. La muerte lo abatió en medio de sus trabajos; pero el ejemplo de sus virtudes quedó para sus hermanos que se comprometieron a imitarlo. Roma lo canonizó con el nombre de San Juan el Limosnero, o San Juan de Jerusalén; y los masones cuyos templos destruidos por la barbarie él había erigido de nuevo, lo eligieron de común acuerdo como su protector".

Paul Naudon rechaza con una frase un poco desdeñosa esta opinión de Bazot que, evidentemente, al dar a la orden el único fin de la beneficencia olvida demasiado que la masonería es ante todo una técnica de realización espiritual.
Es posible que el origen de la afirmación de Bazot sea -como dice P. Naudon en el discurso de Ramsay-, que: "...nuestra orden (la masonería) se unió íntimamente con los caballeros de Jerusalén. Desde entonces nuestras logias llevan el nombre de logias de San Juan". Se trata, pues, de otra masonería distinta de la de los tres primeros grados, y si Bazot ha cometido un error es el de dar el patronazgo de San Juan de Jerusalén a las logias azules, en tanto que Ramsay quería hablar de otra masonería, es decir, de grados irlandeses o escoceses.
La única relación entre San Juan el Hospitalario o el Limosnero y los masones operativos se basa en un hecho referido por Rohrbacher. Se lee, en efecto, en este autor que San Juan el Limosnero, patriarca de Alejandría, envió inmensos recursos a Modesto, abate de San Teodoro, en Palestina, para reconstruir las iglesias destruidas en 615 por los árabes. En realidad, los santos patronos de la orden masónica son San Juan llamado el Precursor y San Juan el Evangelista, uno y otro en estrecho contacto con Janus, dios de los romanos, "dios de las corporaciones de artesanos o Collegia fabrorum que celebraban en su honor las dos fiestas solsticiales de invierno y verano".
En el primer capítulo del Evangelio según San Lucas, Zacarías insiste mucho para explicar el nombre de su hijo, el futuro Precursor. Él dice que se llamará Juan, lo que anuncia la piedad y la misericordia que serán los caracteres mismos del bautista. Es necesario observar que en hebreo el nombre Juan se dice hanan, que significa a la vez beneficencia y misericordia, mérito, gracia, merced (esta última palabra tiene el sentido de "piedad" y no carece de interés señalar el papel de la orden de los Trinitarios u orden de la Piedad, orden de caballería destinada a rescatar a los cristianos caídos en las manos de los infieles y que constituye el grado 26º de los altos grados del rito escocés). Johanan significa simultáneamente "misericordia de Dios" y "loa de Dios", y esos dos sentidos se aplican, el primero al Bautista, el segundo al Evangelista. R. Guénon ha observado justamente sobre el caso "que la misericordia es por cierto descendente y la loa ascendente, lo que nos conduce aún a su relación con las dos mitades del ciclo anual", es decir, con las fiestas solsticiales de San Juan de Invierno y de San Juan de Verano (27 de diciembre y 24 de junio).
San Juan Bautista es representado siempre vestido con un manto de color rojo, que es el símbolo del martirio, y en el baptisterio de Constantino, en la iglesia de San Juan de Letrán en Roma, se pueden ver alrededor de su estatua de plata siete siervos del mismo metal, "imagen de los siete dones del Espíritu Santo recibidos con el bautismo". Se recordará a este respecto que nadie puede ser admitido en una logia de San Juan sin la presencia de siete masones. Un nexo aun más estrecho entre el escocismo y San Juan Bautista se observa en la iglesia de Santa María de las Fuentes de Lieja. Se ve en esta iglesia un fuerte bajo relieve de cobre el cual representa al Precursor bautizando al filósofo Cratón.
La fuente bautismal descansa sobre doce bueyes, símbolo de los doce profetas de la antigua ley y de los doce apóstoles de la nueva ley (hay allí también una doble alegoría a la circuncisión y al bautismo). La fuente bautismal se convierte entonces en la imagen del mar de bronce que Salomón había consagrado a la entrada del Templo para purificarse, que es uno de los símbolos de un alto grado escocés.
San Juan Evangelista, "la loa de Dios", es representado en los vitrales de la Edad Media y en los Libros de las Horas con un hábito verde. En Bourges, él tiene una túnica verde y un manto rojo nimbado de oro. Se le ve bautizando por aspersión (es decir, vertiendo agua sobre la cabeza de los bautizados) almas representadas por personajes desnudos y asexuados. Por encima del Santo aparece Cristo rodeado de siete candelabros de oro, y el Salvador mantiene en una mano un libro cerrado por siete sellos, y en la otra el globo del mundo; la túnica verde es el símbolo de la caridad, y este color es igualmente el de ciertos números de grados escoceses, en especial el del Príncipe de la Misericordia, del que hablamos más arriba. La esmeralda, piedra preciosa también verde, es la joya atribuida al Evangelista.
El número siete es el número propio de ambos santos (por ejemplo, en ciertas pinturas se puede ver al Evangelista rodeado de siete formas de iglesias, pues ese número simboliza el misterio de que se rodean las verdades encerradas en el Libro Divino). El águila "que se eleva, desde el primer impulso de su vuelo, hasta el seno de Dios, para expresar en términos consagrados el origen de su Verbo y el principio de la luz divina", como el águila del Tetramorfo que al "planear igual que ésta por encima de todas las generaciones humanas cuando relata el nacimiento eterno del Verbo", son las aves de San Juan, cuyo Evangelio se lee en cierto número de logias al iniciarse los trabajos. Existe una relación todavía más estrecha entre el Evangelio y la francmasonería cuando se observa, en el Apocalipsis, a Juan que recibe de un ángel una vara de una toesa con orden de medir el templo, excepto el espacio alrededor del tabernáculo, que era abandonado a los gentiles por Dios, los que deberían recorrer, en las tinieblas exteriores, ese espacio durante tres años y medio.
Es necesario aproximar aquí a Juan, maestro de la iniciación y que preside la dirección del templo esotérico, con la logia que lleva su nombre, en la cual los profanos no pueden ser admitidos sino después de tres años de aprendizaje, cuando son recibidos como compañeros, único grado de la antigua masonería operativa. Más curiosa aún es esa cita de Dante -que quizá perteneció a los Fieles del Amor o a la Fraternidad de los Rosacruces- que muestra a Juan mártir, quien prueba así su amor a Dios, después de haberlo extraído del pecho del Celeste Pelícano. Nos resultaría fácil desarrollar las numerosas relaciones existentes entre la simbólica cristiana de Juan y las logias de San Juan, pero queremos llegar a los vínculos -y éste es el término iniciático exacto- que existen entre los dos San Juan y Janus.
Janus es Cluvius (el que lleva las llaves), al mismo tiempo que Patuleius (el obrero) y Clusius o Cluvisius, es decir, el que cierra. Se le denominaba también el Padre, y los sacerdotes salios lo invocaban como dios de los dioses.
Janus era sobre todo el maestro de la iniciación, y Ovidio nos dice que nadie entraba en el cielo si él no abría la puerta, y Marcial expresa que él también iniciaba la marcha de las estaciones del año y de las revoluciones celestes, y de ahí su nombre Janitor, el portero del cielo.
Más tarde, Janus se convirtió entre los romanos en el guía de las almas y el jefe de los Manes (Janus Bifrons) que él hacía remontar tres veces por año desde los infiernos al mundo superior, el 24 de agosto, el 5 de octubre y el 8 de noviembre.
Las fiestas solsticiales de Janus se convirtieron en las fiestas de San Juan de Invierno y San Juan de Verano. Dios de los artesanos constructores, es decir, de los hombres del oficio cuya iniciación desemboca en los pequeños misterios, Janus se cristianizó y devino el patrono bajo el nombre de dos santos (Juan) -que en suma no son más que dos modalidades de un solo y mismo ser- de las logias de los constructores de la Edad Media, que celebraban sus fiestas el 27 de diciembre y el 24 de junio.
Esto es tan cierto que se puede ver en la iglesia de Saint-Remy en Reims un vitral donde figura "un San Juan que se podría llamar "sintético", que incluye en una sola figura al Precursor y al Evangelista, fusión subrayada por la presencia encima de la cabeza de dos tornasoles dirigidos en sentido opuesto (los dos solsticios), una especie de Janus cristiano en suma".
Nos parece del mismo modo útil mencionar que en el simbolismo masónico operativo que se ha trasmitido a la masonería anglosajona se halla una figuración de dos San Juan representada por un círculo que lleva en su centro un punto, círculo que ostenta dos tangentes paralelas. "Este círculo es considerado como una figura del ciclo anual, mientras que los puntos de contacto de esas dos tangentes, diametralmente opuestas una a la otra, corresponden entonces a los dos puntos solsticiales". Ya hemos dicho que Janus poseía a menudo dos rostros (bifrons), muy raramente cuatro, y mencionaremos ese curioso ejemplo que muestra muy bien la relación de los dos rostros de Janus con los masones operativos. En la catedral de Nantes se puede admirar la tumba del duque de Bretaña, Francisco II, por Michel Colombe.
En uno de los ángulos de la tumba se halla una estatua que representa la Prudencia. Se trata de una mujer de doble rostro: el de una joven y el de un anciano (alegoría de Janus). Ese personaje sostiene en una mano un espejo convexo que simboliza el microcosmos (el espejo fue introducido bastante tarde en el rito rectificado en el grado de compañero después de haber sido conocido en la Estricta Observancia, en 1782) y, en la otra, un compás. El escultor del siglo XVI ha sabido, pues, reunir perfectamente todos los símbolos iniciáticos: el de Janus, patrono de los constructores, y el compás, instrumento de los maestros masones. Más asombrosa aún esa madera grabada con el tratado de L'Azoth del alquimista Basile Valentín, donde se observa "a los píes de Atlas, que soporta la esfera cósmica, un busto de Janus -Prudencia- y un niño que deletrea el alfabeto -Simplicitas-", que nos presenta a Janus como maestro de la iniciación ante el cosmos, es decir, la logia, y el niño que deletrea, el aprendiz que deberá -por el esfuerzo iniciático- reunir lo que está disperso, esto es, las letras que formarán las palabras sagradas, las palabras claves. Porque no se podría olvidar tampoco que Janus, dios de las puertas celestes y al que es consagrado el mes de enero, tiene entre sus atributos una llave, que simboliza el instrumento que permite abrir las puertas, las barreras, para llegar a un conocimiento más perfecto, más profundo del esoterismo.
Esta llave se ha tornado un cetro en ciertas representaciones de Janus, siendo esos dos atributos también los de Cristo: "¡O Clavis David, et sceptrum domus Israel!... Tú eres, ¡OH Cristo esperado! la llave de David y el cetro de la casa de Israel. Tú abres, nadie puede cerrar; y cuando tú cierras nadie podría ya abrir...".
Este santo del oficio romano del 20 de diciembre, al mismo tiempo que el anuncio de la fiesta del Evangelista -el solsticio de invierno cuya puerta se abre con la llave de Janus-, canta la llegada del salvador que será bautizado por el Precursor y que dará a Pedro el poder de las llaves: la de oro y la de plata. Una y otra son las claves de los pequeños misterios y de los grandes misterios; ellas dan la entrada sobre los mundos temporal y espiritual. Pedro posee la llave de la salvación. Juan, después de Janus, lleva la llave de la liberación. Con este título él no puede ser más que el santo patrono de las logias masónicas, donde -al mismo tiempo que se trabaja para la fraternidad, el tiempo ideal- el iniciado tiende por un segundo nacimiento (la condición de maestro) a la realización integral, al retorno al Adán Kadmon primordial...

domingo, 19 de octubre de 2008

LAS LOGIAS Y LA EXPANSIÓN DEL GÓTICO

Por Eduardo Callaey
El mundo que vio nacer a las primeras Logias Operativas era un mundo sumergido en profundas transformaciones, producto de múltiples factores. El siglo XII, período de la historia en que estas logias comienzan a esparcirse, constituye el punto de partida de lo que, siglos más tarde, se denominará Renacimiento.
Es también el momento del nacimiento de un nuevo tipo de individuo: el intelectual. Giovani Santini, en su ensayo sobre la Historia de la Universidad de Módena escribe: "...El nacimiento del "intelectual" como nuevo tipo sociológico, presupone la repartición del trabajo de la ciudad, de igual forma que el surgimiento de los centros universitarios tiene como condición previa un espacio cultural común, en el que aquellas nuevas "catedrales del saber" aparecen, florecen y pueden confrontar abiertamente...". La aparición de esta nueva clase de hombres, (entre los cuales Pedro Abelardo aparece como paradigma) con un pensamiento fuertemente anclado en la lógica, tal como lo señala Rolf Toman, "...puede ser considerado como un temprano intento de ilustración..."

En realidad, a partir de este renacimiento temprano, Europa sufrirá una sucesión de "renacimientos" que juntos representarán uno de los procesos más interesantes de la historia de Occidente.

El gran cambio que sufre la sociedad medieval del siglo XII tiene como fenómeno central el resurgimiento de las ciudades. Sus causas, aunque múltiples, no pueden quedar ausentes en el análisis de los orígenes de la Francmasonería en tanto "la logia" es un producto urbano y su existencia se origina y fortalece paralelamente al desarrollo de la burguesía. El icono más representativo de esta transformación es la catedral, y aunque en ella convergen esfuerzos provenientes de distintos estamentos de esta nueva sociedad emergente, "la logia" es la "fábrica de la catedral".

Las dos herramientas claves en el desarrollo de esta transformación son: La construcción de un Poder Comunal y la organización de las Corporaciones. Tal como lo expresa John B. Morral, citado por Angel Capelleti en su prologo al Proslogión de San Anselmo, "...El desarrollo de la ciudad medieval es la historia del desarrollo de estas dos instituciones: la comuna y la guilda"
Y agrega Capelleti: "...La primera constituye una organización política cuyos propósitos parecen ser la desvinculación de la ciudad del orden jerárquico feudal y la instauración de una sociedad de productores, con un gobierno reducido al mínimo; la segunda representa una organización económica que genera en realidad a la comuna misma haciendo de ella un manojo de federaciones de gremios y asociaciones libres de trabajadores...".

Para poder comprender lo que las logias operativas significaron en la construcción de esta nueva sociedad es necesario entender que este resurgimiento urbano provoca el renacimiento de un poder municipal que terminará fortaleciendo la institución real por sobre la feudal, con una concentración de poder que no existía en Europa desde la desaparición del estado romano. Porque junto con esta transformación, las corporaciones de albañiles y canteros que habían surgido siguiendo la ruta de las grandes construcciones abaciales del arte románico, encontrarán en el nacimiento de un nuevo arte, definitivamente ligado con la ciudad, la estructura logial que cualquier Masón podría reconocer hoy como antecedente de nuestras actuales logias especulativas.

La diferencia entre las logias masónicas
El carácter universal de la Francmasonería, así como el proceso de institucionalización que encontrará su rumbo definitivo con la formación de la Gran Logia de Inglaterra en 1717 es un fenómeno histórico que no puede comprenderse sin una mirada profunda al mundo en el que se gestaron estas primeras agrupaciones que comenzaron a desarrollar un valor agregado a la simple agremiación.

Este valor agregado es el que terminará marcando la diferencia entre las logias masónicas (los free stone masons) y las corporaciones de oficios atadas al control territorial del municipio
A diferencia de estas últimas, las logias agrupan artistas y artesanos cuyo carácter itinerante los coloca fuera del alcance municipal. La primer característica de los hombres que integran estas sociedades es su condición de "hombres libres". No están sometidos a vasallaje ni se encuentran bajo ninguna forma de servidumbre o esclavitud. Su condición de miembros de la logia depende, sin embargo, de un juramento que prestan ante la autoridad comunal que confiere "patente" al gremio itinerante.

"...La libertad de ejercer un oficio – dice Henri Tort-Nougues – estaba supeditada a una reglamentación rigurosa. Se distinguían dos tipos de oficios: los oficios reglados y los oficios jurados.
Los oficios reglados estaban regidos por la autoridad pública, que promulgaba una reglamentación a la que había que someterse si se quería ejercer ese oficio.
Los oficios jurados constituían una especie de cuerpo autónomo; la admisión en estos oficios estaba condicionada a la prestación de un juramento.
Los francmasones pertenecían a la categoría de “oficio jurado” y lograban su pertenencia mediante juramento....”

Esta reglamentación primitiva mediante la cual los integrantes de una logia se comprometían a respetar las reglas del oficio se desarrollará hasta alcanzar la complejidad, no solo de la práctica que corresponde al oficio, sino de una moral con características propias, tal como la encontramos en documentos posteriores como el Regius de 1390 o el Cook de 1410.

Georges Duby, describiendo el carácter laico de casi todos los artistas a partir del siglo XII en adelante, señala que "...Estaban organizados en gremios muy poderosos y muy especializados. Sustitutos del grupo familiar, estas corporaciones representan para ellos un refugio, facilitan los traslados de ciudad en ciudad, de obra en obra y en consecuencia, los encuentros, la formación de los aprendices, la difusión de las técnicas. Se muestran también, como todos los cuerpos cerrados, tradicionales, dominados por los más ancianos que no confían en las iniciativas individuales, pero ya en el siglo XIII existían cofradías de albañiles y orfebres...".

Otros autores tales como el ya mencionado Jacques Heers y, anteriormente, Pierre du Colombiers(7) señalan que ".. el albañil de la época no es un arquitecto, un geómetra capaz o deseoso de calcular fuerzas y empujes, por el contrario, sabemos que trabajaba en forma empírica, carente incluso de planos a escala...". Sin embargo, lo que resulta absolutamente incontestable es que junto a la construcción de toda obra importante desarrollada durante la edad de las catedrales se construye otra obra más pequeña. En algunos casos es precaria y transitoria, pero en otros tiene un carácter tan permanente que ha llegado a nuestros días. Esa otra construcción más pequeña es La Logia.
Christian Freigang refuta la visión de Heers: "...Hasta hace poco se quiso ver en las catedrales góticas la expresión de la teología o cosmología medieval reflejada en la piedra, olvidando que para la concreción de esas maravillosas obras se aplicó un conocimiento técnico y organizativo altamente desarrollado. Justamente a causa de que la arquitectura gótica fue desde siempre admirada como una obra maestra de la técnica, comienzan a aparecer en las fuentes medievales, desde el siglo XII, y con frecuencia cada vez mayor, por primera vez desde la antigüedad, los nombres y los logros de algunos arquitectos famosos...".
Pero esta no es la única controversia: ¿Existe hoy documentación fidedigna que pueda aportar luz definitiva acerca del carácter profesional de estas logias y su función concreta en la construcción de las grandes catedrales?

Lo que probablemente ha existido es una cierta exageración en cuanto al secreto con el que estas logias convivían. La calidad de "oficio jurado", tal como lo plantea Tort-Nougues es real en cuanto al compromiso que el maestro asumía en no revelar los secretos de su arte. Pero el carácter itinerante de las guildas de constructores, (al gozar de los beneficios de una libertad infinitamente mayor a la de los "oficios reglados" bajo el control comunal) otorga a la logia masónica una identidad distinta a la de los demás gremios.

Paul Jonhson marca esta diferencia cuando acerca del secreto de oficio dice: "...Todos los artesanos medievales tenían secretos relativos a sus oficios, pero los masones eran decididamente obsesivos con los suyos, dado que asociaban espiritualmente los orígenes de su corporación con el misterio de los números. Tenían desarrollada una idea pseudo científica en torno a los números, las proporciones y los intervalos, y memorizaban series de números para tomar sus decisiones y trazar sus líneas. Como en el antiguo Egipto –otra cultura de piedra tallada- ellos tenían una tradición de "taller" muy fuerte y reglas establecidas para casi cualquier contingencia estructural... Transmitían sus conocimientos oralmente y los aprendían de memoria, bajando al papel lo menos posible. Los manuales de construcción no existieron hasta el siglo XVI.

Algunos especialistas como el mencionado Freigang coincide en que la mayoría de los bocetos preparatorios y cálculos técnicos datan del siglo XV. Sin embargo menciona una enorme cantidad de documentos que prueban que desde el siglo XIII "...hubo dibujos de arquitectura transportables a escala reducida, que servían para discutir los proyectos...".

Acerca de las conjeturas acerca de con qué medios matemáticos se ayudaban los arquitectos para la proyección de sus obras agrega Freigand: "...Siempre se supuso la utilización de complejas construcciones geométricas, combinacio-nes de círculos, triángulos, cuadrados, pentágonos y octógonos y figuras derivadas. Con todo es probable que se utilizaran figuras simples, como el cuadrado en distintas posiciones o construcciones octogonales, completadas por el trazado de tramas ortogonales y, sobre todo, la utilización de módulos; éstos son unidades de medida absolutas, como el pie, el codo y la braza. Todos los contratos y descripciones se refieren a estas unidades absolutas..."

Nucleados en estructuras gremiales poderosas, y capaces de desarrollar técnicas complejas, la idea que comienza a perfilarse en torno de quienes integraban estas logias permite imaginar una clase de individuos con una formación particular y una posición estratégica en la sociedad que integraban. Sin embargo, es necesario comprender que solo eran un eslabón en la estructura que hizo posible la construcción de las grandes catedrales y la expansión del gótico.

En primer lugar, y ante todo, la catedral es la "Iglesia del Obispo" y por lo tanto, tal como lo definiría Duby: "...la iglesia de la ciudad... El arte de las catedrales significó, ante todo, el renacimiento de las ciudades..." "...Un arte urbano "que correspondía al gran florecimiento de las ciudades, centro de la vida económica, de la riqueza, de la actividad espiritual y artística...".

En segundo lugar, los orígenes de este arte y sus consecuencias en la sociedad medieval no pueden ser de ningún modo atribuidos a un proyecto original de estas corporaciones. Si tomamos como su inicio a las obras desarrolladas por Suger (el legendario abad de Saint Denis), el gótico es un arte real que se consolida en momentos de ascendente prestigio de la monarquía, en pleno proceso de la unificación territorial de Francia y la decadencia del poder feudal. Por lo tanto, y recurriendo nuevamente a la erudición de Duby "...Las principales formas de este arte fueron concebidas en un reducido círculo de prelados cerca del trono, en un reducido y desahogado medio, vanguardia de la investigación intelectual".

¿Cuál es entonces el papel de las logias en este proceso?
La catedral se construye bajo la dirección del Obispo. Habitualmente, la dirección real recae bajo la responsabilidad del capítulo catedralicio, integrado por prelados y también por laicos, principalmente grandes comerciantes que, bajo la autoridad del obispo tiene, como principal función la financiación de la obra, pero también la de contratar, establecer y controlar la "fabrica" (el "opus", la "logia") que tendrá a su cargo la construcción.

Esta logia, si bien se establece adjunta al capítulo catedralicio tiene personería jurídica propia. Tiene a su cargo la administración, las finanzas y la contratación de los maestros directores de obra. En algunos casos es también quien contrata a los arquitectos proyectistas. Rinde cuentas ante el capítulo periódicamente; su contratación puede ser temporal o vitalicia; en algunos casos hasta es propietaria de sus propias canteras (tal el caso de la logia de la catedral de Estrasburgo). En su papel administrador es la responsable de la contratación del personal y también del "salario" de cada oficial y cada aprendiz de lo cual llevará una exacta contabilidad.

A ella se ingresa mediante un juramento, tal como hemos visto, y como surge de todos los estatutos y documentos de la "corporación" que han llegado hasta nuestros días. En el posterior desarrollo de estas logias primitivas convergen factores tan disímiles como lo son las vicisitudes propias del devenir histórico y la transformación interna que sufren en la medida que al simple cálculo de empujes y contrafuertes se agrega la discusión espiritual y filosófica, o dicho en otras palabras: a la construcción material se suma la construcción espiritual. Lo cierto es que a mediados del siglo XV ya las encontramos dirigidas por un maestro asistido por una suerte de "consejo" en el cual cualquier masón encontraría los rasgos definitivos de su propia identidad.
Vale la pena citar un párrafo de la obra del ya mencionado autor francés Henry Tort-Nougues, ex Gran Maestro de la Gran Logia de Francia: "... Hacia 1459, los maestros canteros de Estrasburgo, de Constanza y de Colonia, así como de otras ciudades de Germania, se reunieron en Ratisbona para unificar los Estatutos de las Logias, en lo que constituye la primera tentativa de la historia. En general recogen los mismos principios en cuanto a la organización de las logias. En ese texto más moderno y elaborado, se menciona que cada logia tiene su propio lugar de trabajo (Hutte) y que está dirigida por un maestro, que es su responsable. Se sienta al Este, o al Oriente de la Logia; está asistido por vigilantes y por un "Parlier", forma generalizada de Hablador (¿Orador?), que transmite a los compañeros las órdenes de los maestros. A los compañeros se añaden los aprendices, cuyo período de aprendizaje es largo, ya que dura primero 7, y después 5 años..." Si consideramos que necesariamente deberían existir oficiales dedicados al registro (Secretario), la administración de los recursos (Tesorero), y, por su carácter de asociación gremial que persigue como uno de los fines principales la asistencia mutua, un encargado de administrar la beneficencia (Hospitalario) vemos que la logia del siglo XV posee la estructura básica de la logia actual.

Sin embargo, cuando observamos que la actuación y desarrollo de estas estructuras logiales primitivas está intensamente asociada no sólo a la construcción de las grandes catedrales sino también con las escuelas que se desarrollaron alrededor de aquellas, su importancia cobra una nueva dimensión. Pues es en el seno de estas escuelas donde nacieron, entre otras cosas, el germen de la "ratio", el pensamiento científico y la construcción filosófica del progreso.
Todas estas interrelaciones de las logias con la sociedad que integran, la influencia que ejercieron en la expansión del arte gótico y, fundamentalmente su condición de herramienta calificada en la construcción de un nuevo orden social, constituyen los valores, a menudo olvidados por los historiadores, más sobresalientes de la francmasonería. Mucho más aun cuando estos valores y principios históricos no se limitaron a una actuación temporal ligada exclusivamente a esta etapa de la baja Edad Media sino que continuaron desarrollándose posteriormente a través de los siglos aun cuando su aparente razón de ser (la construcción de las grandes iglesias) había desaparecido.
La logia del siglo XII y la logia del siglo XX conforman expresiones asociativas con una vocación común, enmarcadas en realidades muy diferentes; el hombre del año 1000 no es, en definitiva, tan diferente al del año 2000. Georges Duby, cuya pluma nos ha guiado en más de una encrucijada a través de las aparentes oscuridades del hombre medieval, plantea esta comparación en un reciente ensayo acerca de los miedos medievales y los miedos de hoy: El miedo a la miseria, el miedo al otro, el miedo a las epidemias, el miedo a la violencia... el miedo al más allá.

Que durante más de ocho siglos estas estructuras asociativas llamadas "logias" hayan conservado una conciencia (más o menos intensa) de su rol en la sociedad, y que las encontremos aun con la fuerza que conservan en todo el orbe allí donde la cultura occidental a penetrado a través de la francmasonería, constituye un fenómeno que supera en sí mismo cualquier otra consideración en torno a la leyenda que la Orden ha tejido sobre sí misma.

Lo que demandaba el masón del siglo XII no era tan diferente que lo que demanda el masón en las postrimerías del siglo XX: Herramientas para la construcción de una mayor consciencia de sí mismo y de la realidad que lo rodea. Si el proceso tiene éxito el masón será más consciente de sí mismo, y si esto ocurre le traerá, inexorablemente, una mayor conciencia del compromiso social que, como individuo consciente, adquiere con la comunidad que integra.

Nos acercamos aquí a un punto crucial: Aun considerando que a lo largo de tantos siglos las logias sufrieron profundas transformaciones, tanto en su estructura como en sus características, no deja de sorprender su poder de adaptación a los cambios históricos. Un poder de adaptación que logra incluso superar el traumático período que las llevó a convertirse de operativas en especulativas; que asimiló grandes corrientes filosóficas provenientes de fuentes tan contradictorias entre sí como lo fueron en su momento los místicos rosacruces del siglo XVII y los racionalistas del XIX.

La supervivencia de las logias masónicas en un período tan extenso de tiempo nos están indicando que el proceso histórico que las generó aun no ha concluido y que continúan siendo, tal como en la época de las catedrales, una institución necesaria en la construcción de esta cultura generada en Occidente y cada vez más universal.

Ese proceso aun no concluido es el desarrollo de un conflicto nacido en la época de las primeras catedrales: El Conflicto entre la Fe y la Razón.
Los paradigmas de este conflicto podemos hallarlos en las figuras de Bernardo de Claraval y de Pedro Abelardo.

Rolf Toman expresa al respecto: "...La controversia entre Bernardo y Abelardo tiene carácter ejemplar. Es un temprano capítulo en la larga lucha del conocimiento contra la fe, de la razón contra la autoridad, de la ciencia contra la iglesia, que empieza en la Alta Edad Media y se define en el siglo XVIII cuando Kant (1724-1804) somete a proceso crítico a la metafísica que, hasta entonces, arrastraba una carga teológica...

Que la Iglesia haya considerado necesaria la promulgación de la Encíclica Fides et Ratio en el filo del siglo XXI es la mayor evidencia de la controversia aun no zanjada entre Pedro Abelardo y Bernardo de Claraval. La Masonería no resuelve este conflicto. Lo sublima.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

LAS REGULARIDADES LATINAS: UNA CONTRADICCIÓN

Hay que decirlo: la masonería que se practica en nuestros países latinos responde a una regularidad proveniente del Gran Oriente de Francia, cuyos perfiles más expresivos son su carácter liberal -entiendo esto como arreligiosidad y como laicidad- y la introducción de elementos no ortodoxos en sus rituales: viajes simbólicos (aire, agua y fuego) de extracción egipcia, enseñanzas estoicas (la ética masónica derivada del conocepto de virtud, etc.), entre otros elementos que "no son de casa", sino importados de otras tradiciones o escuelas de pensamiento e iniciación.

Los rituales ingleses, mucho más apegados al origen fundacional de la masonería, se hallan desprovistos de esos elementos extraños y conservan, en cambio, el espíritu primigenio extraído de la Construcción del Templo de Jerusalén, la Leyenda de Hiram y los Antiguos Límites. La creencia en la existencia de Dios y en la inmortalidad del alma, si bien se encuentran en las masonerías "latinas" afrancesadas, no completan sin embargo el matiz espiritual y religante de los rituales originales del Antiguo Gremio, seguramente practicados en 1723 y más aún en York, con la Gran Logia de los Antiguos.

En muchos ordenamientos constitucionales de las Logias y Grandes Logias latinoamericanas, encontramos enunciados y proposiciones que apelan al naturalismo y al racionalismo como paradigmas filosóficos elaborados para comprender y expresar el mundo. Tales visiones, si bien filosóficas y "liberales", se oponen no obstante al carácter espiritual e iniciático de la auténtica masonería, alejada de ideologías y de "ismos" surgidos durante la Ilustración europea.

Mientras el naturalismo asume que la naturaleza existe independientemente de una Voluntad Superior y distinta a ella (Dios), el racionalismo dispone que nada es verdad si la razón no lo aprueba. Ante estos enunciados, la masonería no tiene nada que hacer, porque de aceptarlos, jamás podría existir como propuesta filosófica y espiritual derivada de la construcción de un Templo dedicado al Gran Arquitecto del Universo.

Tanto para el naturalismo, como para el racionalismo, la presencia de Dios es inútil en la creación del mundo; Dios no existe, y por lo tanto no figura en la historia, es decir, en el pasado, presente y futuro del hombre. Ante estas tesis ateas -de suyo respetables en el orden del pensamiento universal- ¿cómo pensar la masonería, en tanto que ella contiene elementos que expresan la construcción de un Templo dedicado a Dios?, ¿cómo pensar un triangular en el C. de R., preguntando al candidato los deberes del hombre para con Dios, consigo y los demás?

La construcción masónica asume una relación del hombre con Su Creador. ¿De dónde viene el hombre como ser racional, se pregunta en el Grado de Mtro.? De las manos del Creador, se contesta. Entonces, el naturalismo y el racionalismo no tienen cabida en nuestros documentos básicos (Constituciones, Estatutos y Rituales) cuando se postula una convicción que establece que la Creación es una Emanación de Dios y que el hombre, una vez emanado o creado, aspira re-unirse (re-ligarse) de nueva cuenta con su Fuente Creadora.

La regularidad masónica de las logias afrancesadas -vía el Gran Oriente de Francia- encuentra contradicciones epistémicas muy fuertes en este sentido. Aunque el Gran Oriente constituye, por su parte, "la otra regularidad" masónica en el mundo moderno, una regularida que es, finalmente, "la suya propia". Una regularidad que él mismo se dió al margen de los establecimientos conceptuales de la Gran Logia fundacional, la de Inglaterra.

La realidad del mundo masónico contemporáneo, en México y en el lado latino de la masonería, demuestra que cada Obediciencia puede darse a sí misma su propia regularidad. Pero esto, además de incorrecto, es poco práctico y útil, porque en nada contribuye al orden de la masonería a nivel internacional. Sin regularidad, se antoja preguntarse ¿en qué sentido se es masón?

Parece ser que incluso en la propia Inglaterra actual, las Logias han abandonado el carácter iniciático y espiritual del quehacer masónico, ubicando éste en el campo de la beneficencia y del altruismo. Labor importante es ésta, pero habremos de admitir que en extremo despojada de la riqueza simbólica, moral, espiritual e iniciática de la masonería auténtica: aquélla que transforma hombres a partir del simbolismo de la construcción y la arquitectura.

Por lo tanto, los masones latinos debemos buscar las fuentes de una regularidad más coherente con el simbolismo, el quehacer original de la masonería, su ritualidad, legislación y apego a las normas fundacionales del Arte. Debemos, pues, retornar al orígen.

martes, 19 de agosto de 2008

¿POR QUE SAN JUAN ES NUESTRO PATRONO?


Por Jose Castellani

Además de girar alrededor de su eje, la Tierra se desplaza en el espacio, con un movimiento de translación alrededor del Sol, cuando describe una elipse, de acuerdo con las leyes de Kepler. Para un observador situado en la Tierra, todavía, es como si estuviera fija y el Sol se moviese alrededor de ella, siguiendo un camino, que, como ya fue visto, es llamado de eclíptica.
En su marcha alrededor del Sol, la Tierra, describiendo una elipse, quedará más próxima, o más alejada del astro de luz. El punto más próximo —147 millones de Kilómetros— en el perihelio; y el más alejado —152 millones de Kilómetros— en el afelio. Si la Tierra, en su movimiento de translación, girase sobre un eje vertical con relación al plano de su órbita, sus diferentes regiones recibirían la iluminación siempre sobre el mismo Angulo y la temperatura seria siempre constante, en cada una de ellas. Mas, como el eje esta inclinado, con relación a su orbita, esa inclinación hace que los rayos solares incidan sobre la Tierra siguiendo un ángulo diferente, variando cada día que pasa. Y así, se van sucediendo las estaciones de Verano, Otoño, Invierno y Primavera.
Como los planos del ecuador terrestre y de la eclíptica no coinciden, teniendo una inclinación, uno con respecto al otro, de 23 grados y 27 minutos, ellos se cortan a lo largo de una línea, que toca la eclíptica en dos puntos: son los equinoccios. El Sol, en su órbita aparente, cruza estos puntos, al pasar de un hemisferio celeste para el otro; el pasaje de Sur a Norte, marca el inicio de Primavera en el hemisferio Norte y de Otoño en el hemisferio Sur; el pasaje del Norte para el Sur, marca el inicio del Otoño en el Hemisfério Norte y de la Primavera en el Hemisfério Sur. Esos son los equinoccios de Primavera y de Otoño.
Por otro lado, en los momentos en que el Sol tiene su mayor distancia angular del ecuador terrestre, o sea, cuando se da el máximo valor de su declinación, ocurren los solsticios. Los dos solsticios ocurren el 21 de Junio y el 21 de Diciembre; la primera fecha marca un pasaje del Sol por el primer punto del Trópico de Cáncer, mientras que la segunda es el pasaje del Sol por el primer punto del Trópico de Capricornio. En el primer caso, el Sol está en afelio y es solsticio de Verano en el Hemisferio Norte y de Invierno en el Hemisferio Sur; en el segundo, el Sol está en perihelio y es solsticio de Invierno en el Hemisferio Norte y de Verano en el Hemisferio Sur. Por tanto, el solsticio de Verano en el Hemisferio Norte y de Invierno en el Hemisferio Sur, ocurre cuando el Sol está en su posición mas boreal (Norte), mientras que el solsticio de Verano en el Hemisferio Sur y el de Invierno en el Hemisferio Norte, ocurre cuando el Sol está en su posición mas austral (Sur).
Por herencia recibida de los miembros de las organizaciones de oficio, que, tradicionalmente, acostumbraban conmemorar los solsticios, esa práctica llegó à la Masonería moderna, pero ya sazonada por la influencia de la Iglesia sobre las corporaciones operativas. Como las fechas de los dos solsticios son 21 de Junio y 21 de Diciembre, muy próximas a las fechas conmemorativas de San Juan Bautista —24 de junio— y de San Juan Evangelista —27 de Diciembre— ellas finalmente se confundieron con estas, entre los operativos, llegando así a la actualidad. Hoy, la instalación de los Grandes-Maestros de las Obediencias y de los Venerables Maestros de las Logias se realizan el 24 de Junio, o en una fecha bien cercana y no se puede olvidar que la primera Obediencia Masónica del mundo, como ya fue visto, fue fundada en 1717, en el día de San Juan Bautista.
Gracias a eso, muchas corporaciones, aunque hubiese un santo protector para cada uno de esos Grupos Profesionales, acabarían adoptando los dos San Juanes como Patronos, haciendo llegar esa costumbre a la moderna Masonería, donde existen, siguiendo la mayoría de los Ritos, las Logias de San Juan, que abren sus trabajos “A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo (Dios) y en honor a San Juan, nuestro patrono”, englobando, en ese momento a los dos santos.
En el templo Masónico, esas fechas solsticias están representadas en un símbolo, que es el Circulo entre Paralelas Verticales y Tangenciales.
Este significa que el Sol no transpone los Trópicos, o que sugiere, a los masones, que la consecuencia religiosa del Hombre es inviolable, las paralelas representan los trópicos de Cáncer y de Capricornio y de los dos San Juan.
Tradicionalmente, por medio de la noción de puerta estrecha, como dificultad de ingreso, el masón evoca las puertas solsticias, estrechos medios de acceso al conocimiento, simbolizados en el circulo cósmico, en el circulo de la vida, en el zodiaco, por el eje Capricornio-Cáncer, ya que Capricornio corresponde, al solsticio de Invierno y Cáncer al de Verano (en el Hemisferio Norte, con su inversión para el Hemisferio Sur). La puerta corresponde al inicio, o al punto ideal de partida, en la elíptica de nuestro planeta, en los calendarios Gregorianos y también en algunos Pre-colombinos, dentro del itinerario Sideral..
El hombre primitivo distinguía la diferencia entre dos épocas, una de frío y una de calor, concepto que inicialmente le sirvió de base para organizar el trabajo agrícola. Gracias a eso es que surgieron los cultos solares, como el Sol siendo proclamado — como fuente de calor y de luz — o rey de los cielos es el soberano del mundo, con influencia marcada sobre todas las religiones y creencias posteriores de la humanidad. Y desde la época de las antiguas civilizaciones, el hombre imaginó los Solsticios como aberturas opuestas del cielo, como puertas, por donde el Sol entraba y salía, al terminar su curso, en cada circulo tropical.
La personificación de tal concepto, en el panteón romano, fue del Dios Janus, representado como divinidad bifásica, gracias a su marcha pendular entre los trópicos, como su propio nombre muestra esa implicación, ya que deriva de janua, palabra latina que significa puerta. Por eso, él era también, conocido como Janitur, o sea portero, siendo representado como un grupo de llaves en la mano, como guardián de las puertas del cielo.
Posteriormente, esa alegoría pasaría a través de la tradición popular cristiana, para San Pedro, mas sin cualquier relación con los solsticios.
Janus era un dios bicéfalo, con dos caras simétricamente opuestas, cuyo significado simbolizaba la tradición de observar, una de las caras, constantemente, para el pasado, y la otra, para el futuro.. Los Césares de Roma imperial, en sus celebraciones y para dar ingreso al Sol en los dos hemisferios celestes, anteponían al dios Janus, para presidir todos los comienzos de iniciación, por atribuirle la guarda de las llaves.
Tradicionalmente, tanto para el mundo oriental, como para el occidental, el solsticio de Cáncer, o de la Esperanza, alusivo a San Juan Bautista (Verano en el hemisferio Norte e Invierno en el hemisferio Sur), es la puerta cruzada por las almas mortales y por eso es llamada la Puerta de los Hombres, mientras que el solsticio de Capricornio, o de Reconocimiento, alusivo a San Juan Evangelista (Invierno en el hemisferio Norte y Verano en el hemisferio Sur), y la puerta cruzada por las almas inmortales y por eso, denominada Puerta de los Dioses.
Para los antiguos egipcios, el solsticio de Cáncer (Puerta de los Hombres) era consagrado al dios Anúbis; los antiguos griegos lo consagraban al dios Hermes. Anúbis y Hermes eran, en la mitología de esos pueblos, los encargados de conducir las almas al mundo extraterreno.
La importancia de esa representación de las puertas solsticias puede ser encontrada con el auxilio del simbolismo cristiano, pues, para un masón, las fiestas de los solsticios son, en último análisis, las fiestas de San Juan Bautista y de San Juan Evangelista. Son dos San Juan y allí hay una evidente relación con el dios romano Janus y sus dos caras: el futuro y el pasado, el futuro que debe ser construido a la luz del pasado. Sobre una visión simbólica, los dos se encuentran en un momento de transición, en el fin de un gran año cósmico y el comienzo de uno nuevo, que marca el nacimiento de Jesús: uno anuncia su venida y el otro propaga su palabra.
Fue la semejanza entre las palabras Janus y Juanes (João - Juan, que, en hebreo es Ieho-hannam = gracia de Dios) que facilito el intercambio de Janus pagano por el Juan cristiano, con la finalidad de extirpar una tradición “pagana”, que se chocaba con el cristianismo. Y fue de esta manera que los dos San Juan fueron asociados a los solsticios y presiden las fiestas solsticias.
Continua, de esa manera la dualidad, principio de la vida: delante de Cáncer, Capricornio; delante de los días mas largos del Verano, los días mas cortos, del Invierno; delante de San Juan “de Invierno”, con las tinieblas, Capricornio es la Puerta de Dios, y San Juan “de Verano”, con la luz, Cáncer y la Puerta de los Hombres (vale recordar que, para los masones, simbólicamente, las condiciones geográficas son, siempre, las del hemisferio Norte).
Dentro de esa misma visión simbólica, podemos considerar la configuración de la constelación de Cáncer. Sus dos estrellas principales toman el nombre de Aselos (del latín Asellus, i = diminutivo de Asinus, o sea: jumento, burro). En la tradición hebraica, las dos estrellas son llamadas de Haiot Nakodish, o sea, animales de santidad, designados por las dos primeras letras del alfabeto hebraico, Aleph y Beth, correspondiente al asno y al buey.
Delante de ellas, hay un pequeño conglomerado de estrellas, denominado en latín, Praesepe, que significa pesebre, corral, establo, y que, en francés, es “crèche”, también con el significado de pesebre, establo, cuna. Esa palabra “créche” ya fue inclusive, incorporada a idiomas latinos, con un significado de local donde los nuevos bebes son acogidos, temporalmente.
Ese simbolismo da sentido a la observación material: Jesús nació un 25 de diciembre, sobre el signo de Capricornio, durante el solsticio de Invierno, siendo colocado en un establo-cuna, entre un asno y un buey.
Esa fecha de nacimiento, todavía, es puramente simbólica. Para los primeros cristianos, Jesús nacería en Julio, sobre el signo de Cáncer, cuando los días son mas largos en el hemisferio Norte. En el sentido cristiano, en el plano simbólico, abordaría, entonces, apenas la Puerta de los Hombres y, así solamente habría la comprensión de Jesús, como ser, como hombre. Mas Jesús es el ungido, el Mesías, el Cristo — según la teología cristiana — y el otro polo, obligatoriamente complementario, es la Puerta de Dios, sobre el signo de Capricornio, tornando la dualidad comprensible.
Entretanto dos elementos, uno material y uno religioso, vendrían a influir en la determinación de la fecha del 25 de Diciembre. El material se refiere a los hábitos y costumbres de los antiguos cristianos y al aspecto religioso, al mitraismo de la antigua Persia, adoptado por Roma:
Los primeros cristianos del Imperio Romano, para escapar las persecuciones, crearon el hábito de festejar el nacimiento de Jesús durante las fiestas dedicadas al dios Baco, cuando los romanos, ocupados con los festejos y orgías, los dejaban en paz.
Mas el origen mitraico es el que parece mas plausible para explicar esa fecha totalmente ficticia: los adeptos al mitraismo acostumbraban reunirse en la noche del 24 para amanecer el 25 de Diciembre, la mas larga y mas fría del año, en una festividad llamada — en el mitraismo romano — de Natalis Invicti Solis (nacimiento del Sol triunfante).
Durante toda la fría noche, se quedaban haciendo ofrendas y deseos pidiendo la vuelta de la luz y del calor del Sol, asimilado al dios Mitra. El cristianismo, al marcar esa fecha para el nacimiento de Jesús, lo identifico con la luz del mundo, la luz que surge después de las prolongadas tinieblas.

miércoles, 13 de agosto de 2008

ISAIAS 28:16-17

Por eso dice el Señor omnipotente:
«¡Yo pongo en Sión una piedra probada!,
piedra angular y preciosa para un cimiento firme;
el que confíe no andará desorientado.
Pondré como nivel la justicia,
y la rectitud como plomada.

Este es el canto de inspiración divina de los Masones que construyen su Ser guiados por la Palabra del Gran Arquitecto del Universo...

martes, 12 de agosto de 2008

LA MASONERÍA DE ACEPTACIÓN: UN SISTEMA DE MEJORA CONTINUA DEL HOMBRE

En 1723, el Pastor James Anderson redactó, junto con John Théophilus Desaguliers, Gran Maestre de la Gran Logia de Inglaterra, el documento en el que se funda la idea de una Masonería Especulativa o de Aceptación.

Este texto es el eslabón simbólico entre la masonería operativa de los antiguos albañiles y canteros y la Francmasonería moderna, entre las logias que se ocupaban en el trabajo de tallar piedras para construir grandes edificios civiles y religiosos y aquellas otras que, con el paso del tiempo se convirtieron en talleres de arquitectura interior, en su sentido metafórico.
En la actualidad, todas la Obediencias masónicas se reclaman de las Constituciones de Anderson, si bien es obvia la diferencia que se establece entre quienes han adoptado una interpretación petrificada de dicho escrito y quienes lo vivifican, leyéndolo a la luz de espíritu que les anima. La masonería moderna surge, pues, en torno a un documento de referencia, pero no se constituye como una mera experiencia vinculada a un texto, sino a una tradición iniciática que actúa como estímulo del pensamiento y de la acción.

La masonería, al igual que la filosofía, no es un pensamiento concluso, sino un pensamiento sobre el pensar mismo. La transmisión del método masónico es, en lo fundamental, una transmisión oral, personalizada, grupal. Sin embargo, también es cierto que desde siempre ha existido la necesidad de la escritura como instrumento complementario para conservar y acumular el fruto de las diferentes experiencias vividas a partir del método. De ahí la importancia en la configuración de la masonería histórica de autores como Oswald Wirth, René Guénon, Daniel Beresniak o Jean Mourgues.

Sección tomada de TRES PUNTOS. Una apuesta editorial de la masonería española.

Ahora bien, el pensamiento sobre el pensar mismo -el metapensamiento- es la esencia de la filosofía; empero, el pensamiento masónico es un pensamiento que conduce -guiado por las herramientas de la Construcción- a las aplicaciones prácticas para la vida del masón a efecto de que sea como Job: hombre recto y justo, temeroso de Dios y apartado del mal. La masonería no quiere un especulador teórico, sin un operario aceptado que aplique los principios a su vida y a la vida de los demás, a través del ejemplo.

La Masonería de Aceptación busca hacer de los hombres buenos, mejores hombres. Eso es lo que hace una Logia, es lo que debe hacer. Esa es su misión. La regularidad masónica nos conduce en esa perspectiva: buscar el camino que nos permita, con las Reglas del Arte, caminar por el camino eterno, guiados por el manto y el cayado de Dios, Gran Arquitecto del Universo y Padre Universal.

Las Constituciones de 1723, y sus sucesoras reformas hasta 1738, nos indican las Reglas del Arte. Nos señalan las formas y los métodos en cómo la Masonería de Aceptación -especulativa y moral- es un sistema de mejora continua de la personalidad humana por medio del método iniciático.

lunes, 11 de agosto de 2008

EL RECONOCIMIENTO

El reconocimiento entre Logias, Grandes Logias y masones es producto de la regularidad. Puede sobrevenir con ella o no, pero sin regularidad es imposible el reconocimiento.
Los masones, para efectos de reconocimiento, no lo son por que ellos afirmen serlo de modo unilateral; lo son porque hay previo un reconocimiento entre ellos. Nadie es masón porque diga que lo es, sino porque otro u otros le reconocen como tal.
Desde los SS., PP. y TT. del retejamiento se da, o no, el reconocimiento; sin el retejamiento nadie puede reconocer a un desconocido como masón, a menos que demuestre que lo es.
Quien se apega a las reglas de origen y de principios es, de entrada, regular, aunque no sea reconocido por el momento. La regularidad es el apego a principios normativos que nos vienen desde los momentos fundacionales de la Gran Logia de Inglaterra en 1723; sus Constituciones y los Acuerdos convertidos en las 39 Ordenanzas que constituyen los Reglamentos Generales de 1723. Luego vinieron los puntos dados en 1929 por la propia Gran Logia Unida de Inglaterra.
Tales principios marcan la regularidad. Quien se apega a ellos, es regular; quien los desconoce dándose otros, no lo es.
Debe haber en todo un orden; sin orden no hay Centro de la Unión.
Nadie puede -no debe- andar por el mundo inventando su propia masonería, a su gusto y circunstancia.
Por ello, las Logias, Grandes Logias y masones tienen una norma que les hace tales en todo el mundo: la Regla, y ésta les otorga regularidad; o irregularidad, si no la observan.

jueves, 7 de agosto de 2008

PETER SELLERS

Richard Henry Sellers (su nombre verdadero) nació el 8 de septiembre de 1925 en Southsea (Inglaterra), en el seno de una familia dedicada al teatro cómico. En 1951 consiguió debutar en el cine británico con la película "Penny Points to Paradise", una floja comedia realizada por Tony Young.
Más tarde protagonizó películas mucho más interesantes, algunas de ellas firmadas para los míticos estudios Ealing, como "El quinteto de la muerte" (1955) de Alexander McKendrick.Otros filmes de su primera etapa son el título de espionaje "El hombre que nunca existió" (1956) de Ronald Neame, el musical "El pequeño gigante" (1958) de George Pal, y las comedias "Despiste ministerial" (1959) de Jeffrey Dell y Roy Boulting, "Un golpe de gracia" (1959) de Jack Arnold, "I'm alright, Jack" (1959) de John Boulting, "La extraña prisión de Huntleigh" (1960) de Robert Day, "La batalla de sexos" (1960) de Charles Chrichton o "La millonaria" (1961) de Anthony Asquith.

Tras convertirse en estrella local en el Reino Unido durante los años 50, Sellers alcanzaría la fama internacional en el siguiente decenio, coronándose como uno de los rostros de comedia más populares de la pantalla grande.
Su pertenencia a la Masonería fue pública y notoria, perteneció hasta su muerte a la Logia Chelsea Lodge Nº 3098, de Londres.

GRAND LODGE AT YORK: THE GRAND LODGE OF ALL ENGLAND


Statement of Principles
Regular Freemasonry requires adherence to the Ancient Landmarks:
Masonic ritual, modes of recognition, and the administrative proceedings of the Craft are all secret ; a belief in the existence of God and the immortality of souls is an unalterable and incontestable cornerstone of the Craft and this tenet cannot be abolished; the Lodge must be properly tyled and secured against encroachment; the Holy Book must be open in the Lodge whilst it is at work; Masonic rites and rituals are unalterable and the ritualistic character of Freemasonry must remain inviolate; the Lodge must be governed according to the Ancient Laws, Rules, Regulations and Traditions of the Craft; the Grand-Master Mason is ultimately responsible for the government of the Fraternity and his prerogatives to make Freemasons, grant dispensations, warrant Lodges to meet, and to preside over every assembly of the Craft are inviolate; the equality of the Brethren is an unalterable principle; Freemasonry is based upon the doctrine of Brotherly Love, Relief and Truth; these Landmarks cannot be changed and are inviolate; The Grand Lodge of All England at York is the guardian of the Ancient Landmarks of Freemasonry.
Therefore, before any man may be made a Mason he must profess and declare a belief in God without mental reservation of any kind ; the three great lights in Freemasonry, the Holy Book, the Square and the Compasses must be present in the Lodge and the Holy Book open before any ceremony takes place or degree conferred ; there must be no discussion of denominational religion or party politics in the Lodge.
In addition, any Mason who is a member of The Grand Lodge of All England at York must:
belong to a Lodge and abide by its by-laws and regulations; be at least 21 years of age, or 18 years of age and the son of a Mason, or admitted by dispensation of Grand Lodge; be a man of honour and integrity and free from felony; not transgress the just laws of any country or state in which he works or resides; pay due allegiance to the Sovereign Power of his native land; not seek to gain any unfair pecuniary advantage due to his membership of the Fraternity; never reveal the name or description of a brother Mason without his permission; never reveal any of those Masonic secrets entrusted to his care or communicate them to anyone who is not entitled to receive them,
and should:
to the best of his abilities, and without detriment to himself, his family or his connections, assist Brother Masons in times of sickness or distress; at all times behave with due decorum within the Lodge; when the Lodge is over, carefully exercise due moderation; generally remain a reputable, valuable and charitable member of society.

miércoles, 6 de agosto de 2008

LA REGULARIDAD MASÓNICA: LA GRAN CONFUSIÓN

Por Dr. Molina
El evangelismo, surgido de La Reforma luterana, creció a niveles insospechados, pero sin unidad orgánica. La iglesia romana, en cambio, desde su gran estructura -rígida, monolítica y que además desconoce la democracia- mantiene unidad orgánica en todo el mundo. Las denominaciones evangélicas, por su parte, han florecido pero sin esa unidad institucional y de muchas de ellas, aún hoy, en día surgen escisiones y nuevas denominaciones con sus respectivos líderes en todo el mundo.
Unas se apegan más a la ortodoxia que otras, pero la mayoría tiene diversas interpretaciones del texto bíblico y por lo mismo, rumbos igualmente diferentes.
Lo que para las iglesias es la ortodoxia, para la masonería es la regularidad.
El problema con la regularidad es que hace mucho que dejó de ser un factor de unidad institucional de la Orden en el mundo, y cada Obediencia -desde el Gran Oriente de Francia (GODF)- cree tener su propia regularidad y crecer conforme a ella. El resultado es un caos que impide, por desgracia, presentar una sola cara y que nos hace aparecer ante la sociedad como una organización fraccionada y dividida, en la que cada quien "jala por su lado" sin unidad de rumbo y dirección.
En muchos países proliferan diversas designaciones y títulos para referir "la masonería". Así, por ejemplo, tenemos las Grandes Logias, las Grandes Dietas, los Grandes Orientes, los Altos o Supremos Consejos y además, una variopinta denominación de ritos, grados y sistemas que no hacen sino contribuir a la confusión, al caos y al desorden institucional. ¿Quiénes son los buenos?, se ha de preguntar mucha gente.
Los países anglosajones han conocido mayor unidad orgánica que los latinos. Allá, hay respeto y observancia de "la Regla" básica de organización masónica derivada de las Constituciones de Anderson y de los pronuniciamientos de la United Gran Lodge of England (UGLE); acá, en cambio, han proliferado otras realidades y lo que vemos, al final del día, es una proliferación multivariada de manifestaciones masónicas que no hacen sino crear las condiciones de la división, así como la pérdida de fuerza ante las comunidades y la opinión pública.
Aúnado al problema de la regularidad, se tiene el del reconocimiento. Las Obediciencias se conocen y reconocen, pero también se desconocen y descalifican unas a otras del modo más eclesiástico y papista que se pueda uno imaginar. Algunas Obediciencias, por ejemplo, no están en el librito azul de las Grandes Logias estadounidenses o en el Anuario de la UGLE, y eso es más que suficiente para que los ingenuos miembros de las Potencias no reconocidas, sean rechazados de los trabajos de las Grandes Obediciencias Regulares del mundo. Ahí es donde la frustración y el engaño aparecen como desilusión y desencanto, porque los noveles viajeros aprendices -con todo y sus credenciales y "planchas de viaje"- se preguntan cuál es el sentido de la "fraternidad universal".

¿Qué es la Regularidad?
Se dice que es el apego que una Obediciencia tiene a las normas básicas de organiación de las Instituciones masónicas; la última y definitiva versión de estas reglas es la proclama de la UGLE de 1929, donde establece qué es la regularidad y cómo puede ser ésta. Ahi se afirma, por ejemplo, que la regularidad puede ser de origen y de principios. Y ambos casos es también la adhesión a reglas. Lo que esta en la regla es regular, lo que no es irregular.
La regularidad de origen apela a que las Grandes Logias surgan en la forma correcta y en territorio no ocupado. La de principios pretende garantizar que nadie invente o reinvente la masonería haciéndola a su gusto y acomodo personales. Hay que tener el Libro de la Ley Divina, la Escuadra y el Compás, la declaración de "creencia" en el Gran Arquitecto del Universo como principios "sine qua non" la masonería no puede ser definida ni aceptada como tal.
Pero la realidad acusa escenrios y situaciones diferentes y contrastantes. En el GODF, por ejemplo, se declara que el Libro de la Ley puede ser un libro de poesía o las leyes civiles; que cada Logia y masón es libre de creer o no creer, pudiendo ser incluso agnóstico o ateo. Se afirma que la masonería y sus logias bien puden ser clubes de intelectuales de manifestación social y política y ya no centros de unión fraternal dedicadas al trabajo constructivo espiritual y moral.
En muchas Obediencias se afirma y sostiene que el esoterismo y el pensamiento iniciático es un oprobio para la ciencia y una burla para la filosofía académica. Otros sistemas masónicos -o pseudo masónicos- postulan ser cristianos y muchos nacionalistas.

¿Qué es lo que tenemos, a fin de cuentas?
La respuesta es apremiante: desorden, caos y debilidad institucional.
Sin embargo, es muy fácil asumir la regularidad como estilo de vida logial y masónico.
Solo es cuestión de afinar el proceso de selección de personal de las Logias; de declarar nuestros principios, afirmarlos y postularlos como invariables, tales que se toman o no se toman.
Mientras tanto, la masonería se ha transformado en "las masonerías", y los masones que buscamos y anhelamos la unidad orgánica e institucional, debemos proclamar y luchar en los diferentes foros por la ansiada regularidad.

viernes, 1 de agosto de 2008

THE ANCIENT CRAFT OR THE BLUE LODGES

Entered Apprentice
In the Entered Apprentice Degree, the candidate is given his first opportunity to prove himself by his ability to fulfill a solemn obligation and to keep secret those things entrusted to him as such, while certain moral lessons are taught to him. The Working Tools of the Entered Apprentice are the Twenty-Four Inch Gauge, and the Common Gavel. The Twenty-Four Inch Gauge was used by operative Masons to measure and lay out their work, but as speculative Masons we are taught to use it to divide the day into twenty four equal parts, where we find eight hours for duty to God and our fellow man, eight hours for our usual vocation, and eight hours for refreshment and sleep. The Common Gavel was used by operative Masons to break off the rough edges of stones and fit them for the builder's use. We use it for the purpose of divesting our minds of the vices and superfluities of life, to prepare ourself to be fit for the Great Architect's use in constructing His spiritual building.

Fellow Craft
The Fellow Craft Degree places the candidate under an additional solemn obligation concerned primarily with his duties to his Brethren and the Craft. He is encouraged to become educated in the seven liberal arts and sciences: Grammar, Rhetoric, Logic, Arithmetic, Geometry, Astronomy, and Music. The working tools of a Fellow Craft Mason are the Square, the Level, and the Plumb, all of which are used to try our work. The candidate is taught many particulars concerning the Building of King Solomon's Temple and is informed of the custom of the men who worked at the building of King Solomon's Temple to gather and receive their wages. The Mason is here taught about the symbolic wages of a Fellow Craft: Corn, Wine, and Oil. If a Mason chooses to proceed on to the Capitular degrees in York Rite, he will at that time learn more about being a Fellow Craft Mason, including their actual wages.

Master Mason
The Master Mason Degree places the candidate under a much more solemn and weighty obligation, which concerns his behaviors and duties towards his Brethren, and also to widows and orphans. The Legend of this Degree is the most characteristic and influential in Masonry: The tragic death of our Grand Master Hiram Abiff, just prior to the completion of the Temple, and the associated loss of The Ancient Master's Word. The working tools of a Master Mason are all the implements of Masonry, but most especially the Trowel. The Trowel was used by operative Masons to spread the mortar which unites the bricks of a building into one single mass. We use the Trowel for spreading the cement of Brotherly Love and Affection. Upon completing the proficiency of the Master Mason degree, a brother is able to hold office in his Lodge, continue his Masonic education by petitioning one of the concordant bodies such as the Royal Arch Chapter of the York Rite or the Ancient and Accepted Scottish Rite, or pursue the philanthropic opportunities available in Masonry through the Shrine Club or other Masonic organizations dedicated to such work.

Government of Symbolic Masonry
Masonic Lodges are governed over by a Grand Lodge, and each Grand Lodge is sovereign in its jurisdiction. Each Grand Lodge has a criteria to determine which other Grand Lodges are considered "regular" for the purpose of allowing communication and visitation between jurisdictions.
The United Grand Lodge of England (UGLE) was formed in 1717, and all regular Masonry today derives from this "Mother" Grand Lodge.
Jurisdictions in the United States are shared between the "traditional" Grand Lodges and Prince Hall Grand Lodges, which have always been regular in every way except for constitutional separation, and are currently working their way to full recognition.
See below for a list of Masonic Grand Lodges considered regular by the UGLE.

“THE ACT OF REGULARITY”: To amend what has happen amiss, and to hold a yearly communication and General Assembly of Masons at London, England

1 – The Reinstatement of the full wording on the delivery of the Masonic Penalties.
2 – The freedom and right of a Lodge to Practice its Masonic ritual of choice, such as York, Ancient and Accepted, Ancient and Primitive, Adoniram, Swedish, Rectified Scottish Rite, Schroeder Rite, etc…
3 – The right of every Master Mason to use and chose an apron design as long it is decorated with symbols that relate to the Craft.
4 – No interference of the Craft in the so-called higher degrees and vice versa.
5 – An equilibrium between Masonic work, instruction and science and charitable and social duties.
6 – The option of reading the Masonic ritual in Lodge.
7 – Greater autonomy for the Symbolic Lodges.
8 – Better and more transparency in Grand Lodge decisions and affairs.
9 – Devolution of the Masonic Library, Museum and archives to the Craft legal owners.
10 – To permit all aspects of the esoteric Masonic tradition, such as symbols, words, uses and customs.
11 – Freedom of association outside of the Craft.
12 – To promote the spirit of Brotherhood among Freemasons.
13 - The reinstatement of the Mark Mason Ceremony as a complement of the Fellow Craft Degree.
Lastly, this our Regulations shall be Recorded in our Registry, to show posterity how much we desire to revive the Ancient Craft upon true Masonical principles.

PASTOR JAMES ANDERSON, fundador de la UGLE

La masonería operativa, en el ejercicio de su Oficio ritual y material, sólo reconocía dos grados en el eventual progreso de un francmasón: el de Aprendiz, que se adquiría tras la Iniciación, junto al conocimiento de los primeros "secretos" de la profesión, y el de Compañero u oficial, que permitía el ejercicio pleno del Arte Real; reservándose el apelativo de Maestro al director de Obra o presidente del Taller, escogido entre los compañeros más hábiles y capacitados.
En 1714, se produce un hecho que iba a cambiar el devenir de la Orden de un modo decisivo.
En la ciudad de Londres siete Compañeros francmasones, entre los que se encontraba James Anderson, capellán de la Catedral de San Pablo, fundan una Logia, sin autorización de la vigente jerarquía “operativa”, lo que conlleva su expulsión de la antigua estructura.
Su gesto, motivado por las necesidades espirituales y filosóficas del ya mayoritario sector de masones “aceptados” (los no ligados al oficio de la construcción, pero acogidos como miembros de las logias), iba orientado hacia la reforma profunda de la Orden, definiendo como fines de la misma la mejora moral y espiritual de la Humanidad mediante la construcción del Templo de la Virtud y la Razón, utilizando, por tanto, herramientas simbólicas.
Nace así la Masonería Especulativa o Masonería de Aceptacìón, que es la que llega a nuestros días, predominando en ella la reflexión, el debate y el estudio, con mayor o menor proyección hacia la sociedad.
De 1721 a 1738 se suceden las ediciones de las denominadas Constituciones de Anderson, en las que se compendia el nuevo proyecto y se incorporan novedades, como la consideración de la Maestría en un nuevo grado, personal e independiente del cargo, y se le dota de contenido ritual y simbólico.
Este libro dará lugar a la Masonería Especulativa –forma actual en que se expresa esta Orden iniciatica– y que reune a miembros no vinculados al Arte material de la Construcción.
El libro de las Constituciones de 1723, con el que trabaja, fue impreso por William Hunter en Londres; tenía 92 páginas y constaba de cuatro partes: historia; obligaciones de un masón ("extraidas de los antiguos archivos de las logias de ultramar, y de las de Inglaterra, Escocia, e Irlanda"); reglamentos generales ("compilados por G. Payne en 1720") con un post–scriptum sobre la manera de constituir una nueva Logia; y cantos masónicos con sus partituras.
Tienen interés estas Constituciones, no sólo para valorar el estudio que Anderson realizó sobre los Old Charges, en los que su Constituciones está basado sino también las adaptaciones que intentó introducir, muchas de las cuales fueron rechazadas por la mayor parte de las Logias inglesas hasta que modificó muchas de sus innovaciones adaptándolas a la Tradición y publicando finalmente unas Constituciones reformadas (1738) cuya rectificación más importante es la división en tres efectuada con los grados masónicos, asunto que por algún motivo inexplicable había reducido a dos; como se sabe, esta influencia de las Logias "Antiguas" continuó ejerciéndose sobre las "Modernas" al punto de que sólo en 1813 se unificaron, después de que se hubiera proveído la nueva Masonería, llamada Especulativa, de las ideas y ritos tradicionales de los "Antiguos" y retornase así la Orden a su función iniciática.
Vistas después de más de dos siglos, las constituciones de Anderson resultan netamente cristianas, a pesar del fondo mitológico y pagano en que se desarrolla la historia masónica.
Con ojos post–conciliares no parece que hubiese en las diferencias entre protestantes y católicos, y particularmente en lo referido al tema en que la deidad es invocada, algo más que matices sobre un mismo asunto.
Empero, estas Constituciones marcan la separación de la Masonería y la Iglesia, –ya que en ellas y a partir de ellas la Orden no se identificaría con una sola confesión cristiana, ni se sometería al poder de Roma– que se dió por la fuerza de los acontecimientos y el necesario "aggiornamento" que permitió la Iniciación a gran número de cristianos reformados, lo que posteriormente facilitó el ingreso de judíos, islámicos, etc. en distintas logias de diversos lugares geográficos, incluso en el Oriente, especialmente India y China, conformándose una Masonería verdaderamente universal, es decir auténticamente católica, valga la paradoja

jueves, 31 de julio de 2008

LA MEJOR ORACION

Por Elías Sánchez Bueno

Acordaos hermanos de la angustia del pobre.
Del que viste de harapos, del hambriento de pan,
Aliviad su miseria con aquello que os sobre,
Vuestras piezas de plata, vuestras piezas de cobre,
En un río benéfico a sus manos irán. Oh, vosotros Hermanos que tenéis una casa,
Una mesa, y un lecho, y un feliz corazón,
Acordaos ahora del mendigo que pasa,
De los huérfanos tristes, de la viuda que amasa,
Con el agua del llanto su mezquina ración.
Los ciegos, los tullidos, los gibosos, y ancianos,
La niña a quien el hambre empuja al lupanar,
Todos los que padecen, y son nuestros hermanos,
Hacia nosotros tiendan sus temblorosas manos
Llamando a vuestra puerta con ansioso llamar.
Para ellos es el fruto de ese Tronco Bendito
La linfa de ese claro raudal de compasión,
Dejad allí la ofrenda como quien cumple un rito,
Los masones oramos al Señor Infinito, Sembrando en la limosna la mejor oración.
QUE ASI SEA ...

LA MASONERÍA Y EL HOMBRE LIGHT

Por Christian Gadea Saguier

En los últimos años ha surgido un nuevo tipo de humano en la sociedad occidental: El hombre light, del que Enrique Rojas ha hecho todo un libro (El hombre light, 1992).
Hacia 1998, cuando me encontraba estudiando Psicología en la Universidad de Buenos Aires descubrí este libro que me sirve de base para escribir esta nota. El hombre light es un ser humano hedonista y materialista cuya única meta en la vida consiste en alcanzar el “éxito”; un ser al que sólo le interesa el dinero y el consumo. En definitiva, un ser humano infeliz e inseguro, vulnerable e indiferente por saturación, que hace de la permisividad su nuevo código ético y que va desde la tolerancia ilimitada a la revolución sin finalidad.
Este libro me vino al recuerdo luego de un fin de semana de arduo trabajo con mis hermanos. Aumentamos de grado a algunos el sábado y realizamos una iniciación el domingo. Estas largas e iluminadoras jornadas masónicas produjeron en mí dos sensaciones; por un lado, la esperanza de ver a seres humanos que desean progresar a pesar de las adversidades y por otro, la banal existencia de parte de una sociedad civil anquilosada en la ignorancia y el vivir fácil. El hombre light es un ser humano bien informado, pero con escasa educación humana, muy entregado al pragmatismo, por una parte, y a bastantes tópicos, por otra. Todo le interesa, pero a nivel superficial; no es capaz de hacer la síntesis de aquello que percibe, y en consecuencia, se ha ido convirtiendo en un sujeto trivial, ligero, frívolo, que acepta todo, pero que carece de unos criterios sólidos en su conducta. Todo en él se torna etéreo, leve, volátil, banal, permisivo.
Y así, nos encontramos con un buen profesional en su tema, que conoce bien la tarea que tiene entre manos, pero que fuera de ese contexto va a la deriva, sin ideas claras, atrapado en un mundo lleno de información, que le distrae de lo importante, pero que poco a poco le convierte en un hombre superficial, indiferente, permisivo, en el que anida un gran vacío moral caracterizado por:
a) El materialismo: hace que un individuo tengo cierto reconocimiento
social por el único hecho de ganar mucho dinero;
b) El hedonismo: pasarlo bien a costa de lo que sea es el nuevo código de
comportamiento, lo que apunta hacia la muerte de los ideales, el vacío de
sentido y la búsqueda de una serie de sensaciones cada vez más nuevas y
excitantes;
c) La permisividad: arrasa los mejores propósitos e ideales;
d) Una revolución sin finalidad y sin programa: la ética permisiva
sustituye a la moral la cual engendra un desconcierto generalizado;
e) El relativismo: todo es relativo, con lo que se cae en la absolutización
de lo relativo; brotan así unas reglas presididas por la subjetividad;
f) El consumismo: representa la fórmula posmoderna de la libertad.
Así las grandes transformaciones sufridas por la sociedad en los últimos años son, al principio, contempladas con sorpresa, luego con una progresiva indiferencia o, en otros casos, como la necesidad de aceptar lo inevitable. Recuperar el humanismo.
Ante esta problemática, los masones no podemos estar ajenos, pues si pretendemos el progreso de la humanidad, hay que hacer notar que el camino anteriormente descrito no llevaría la progreso humano sino a una vida sin valores morales. Al hablar de valores morales no me estoy refiriendo a una vuelta de las confesiones religiosas, que de hecho luego del 11-S han resurgido con más fuerza.
Considero que los masones podemos dar el ejemplo a estos seres humanos iluminándoles el camino hacia una ética laica donde prime la construcción de uno mismo para transformarse en un mejor ser humano.
La construcción de uno mismo se inicia con la conquista de la voluntad. Ella es la piedra angular del éxito en la vida y uno de los más excelentes rasgos de la personalidad: hace al hombre valioso y le permite lograr sus objetivos. Pero la voluntad necesita ser educada; no se alcanza porque sí, sino tras luchar por cosas pequeñas, una y otra vez. La mejor manera de fortalecerla es a través del orden, la constancia y la disciplina, con alegría. Las dos notas que la potencian son la motivación y la ilusión. Una persona que la posee llega en la vida más lejos que una persona inteligente, porque consigue lo que se propone. En el mismo acto de la conquista de la voluntad, el ser humano debe educarse en las buenas maneras, en aquellos conocimientos que le permitirán tener acceso a un nuevo estado de conciencia.
A diferencia del hombre light que se mantiene informado, el hombre que propone la Masonería es un ser humano que conoce y se conoce, trabajo que se inicia en la propia introspección para identificar y delimitar el campo a trabajar. Así, la voluntad y la inteligencia están identificadas en la Masonería con el Mazo y el Cincel, herramientas que los albañiles de la Edad Media utilizaban en la construcción de las Catedrales.
Hoy esa construcción se proyecta al hombre mismo para consolidar su espíritu y trascender en la sociedad.La conquista de la voluntad nos llevará al siguiente trecho de la vida, a cuestionarse sobre uno mismo y el papel que desempeña en la sociedad. De la misma manera que en el primer paso se utilizó el Mazo y el Cincel para representar la voluntad y la inteligencia, este segundo paso irá acompañado por otras herramientas que complementarán su capacidad. Pero antes de continuar es preciso amable lector reflexionar sobre estas dos primeras, que al fin y al cabo nos acompañan durante toda la vida, el Mazo y el Cincel, las herramientas que devastarán al hombre light y le prepararán para ocupar un lugar significativo en la sociedad global. El ejemplo.
Los maestros masones nos encontramos comprometidos en una lucha frontal contra la ignorancia, la ambición y el fanatismo, estados que conducen a la humanidad hacia todo lo que representa el hombre light. En el mismo momento en que uno puede iniciar el trabajo con el Mazo y el Cincel, también puede observar los trazos de arquitectura realizados por los maestros masones a modo que le sirvan de ejemplo en la construcción de su vida. Constituirse en ejemplos de vida es la mejor forma en que los masones pueden transformar sus contextos sociales, pues en la humanidad no hay nada más fuerte que la inspiración y si ella puede conducir hacia algo mejor, es ahí donde debe estar el maestro, porque por más grandilocuentes que sean los discursos, si no se sostiene lo que se practica al final todo cae.
Por ello, considero que nosotros debemos combatir al hombre ligth desde el ejemplo, desde la manera de encarar la vida, para que la gente tome conciencia de que el camino de lo fácil no siempre conduce a estados de felicidad. A parte del ejemplo, cada maestro debe establecer tareas concretas que ayuden a su contexto a liberarse de esta tendencia light que hace del ser humano un objeto de consumo, no habiendo ninguna diferencia entre aquel y una batería.

martes, 29 de julio de 2008

SIR ARTHUR CONAN DOYLE, MASÓN DE ESTIRPE


Arthur Conan Doyle nació el 22 de mayo de 1859 en Edimburgo. Cursó estudios en Stonyhurts antes de ingresar en la Universidad de Edimburgo. Viajó como médico naval por los mares árticos y entre 1882 y 1890 trabajó como médico en Southsea (Inglaterra). Estudio en escarlata es el primero de los 68 relatos en los que aparece la figura de Sherlock Holmes, publicado en 1887. Para su creación se basó en un profesor de la universidad de ingeniosa habilidad para el razonamiento deductivo. Acompañan a Holmes su amigo el doctor Watson, que es el narrador de los cuentos, y el criminal profesor Moriarty.
Sus mejores relatos son:

El signo de los cuatro (1890), Las aventuras de Sherlock Holmes (1892), El sabueso de los Baskerville (1902) y Su último saludo (1917). También tuvo éxito con sus novelas históricas, como Micah Clarke (1888), La compañía blanca (1890), Rodney Stone (1896) y Sir Nigel (1906), así como con su obra de teatro Historia de Waterloo (1894). Durante la guerra de los Bóers fue médico militar y a su regreso a Inglaterra escribió La guerra de los Bóers (1900) y La guerra en Suráfrica (1902). Durante la I Guerra Mundial escribió La campaña británica en Francia y Flandes (1916–1920). La muerte en la guerra de su hijo le convirtió en defensor del espiritismo dedicándose a dar conferencias y a escribir ampliamente sobre el tema. Su autobiografía, Memorias y aventuras, se publicó en 1924. Falleció el 7 de julio de 1930 en Crowborough (Sussex).
Historias de Sherlock Holmes:
Estudio en escarlata (A Study in Scarlet, novela, 1887).

El signo de los cuatro (The Sign of Four, novela, 1890). Las aventuras de Sherlock Holmes (The Adventures of Sherlock Holmes, 1891–92). Las memorias de Sherlock Holmes (The Memoirs of Sherlock Holmes, 1892–93). El sabueso de los Baskerville (The Hound of the Baskervilles, novela, 1901–02). El retorno de Sherlock Holmes (The Return of Sherlock Holmes, 1903–04).* El valle del terror (The Valley of Fear, novela, 1914–15). Su último saludo (His Last Bow, 1908–17). El libro de casos de Sherlock Holmes (The Case-Book of Sherlock Holmes, 1924–26).
Las novelas del profesor Challenger
George Edward Challenger, el profesor Challenger, fue un personaje central en una serie de historias de ciencia ficción escritas por Sir Arthur Conan Doyle. Apareció por primera vez en la novela: The Lost World, que describe una expedición a una aislada meseta en Sudamérica donde criaturas prehistóricas, incluyendo dinosaurios, continúan viviendo.
El mundo perdido (The Lost World, 1912). The Poison Belt (1913). The Land of Mist (1926). Una historia sobrenatural en la que se reflejaban las fuertes creencias en el espiritismo de Conan Doyle.

The Disintegration Machine (1927).

When the World Screamed (1928).
Arthur Conan Doyle fue iniciado a la Masonería en la logia Phoenix Lodge 257, Southsea Hampshire el día 26 de enero de 1887.

LA SITUACIÓN ACTUAL


Como consecuencia del paso del tiempo, la Masonería de Aceptación actual está dividida en dos corrientes principales:
  1. Una liderada por la Gran Logia Unida de Inglaterra (UGLE);

  2. Otra, por el Gran Oriente de Francia (GODF).

La legitimidad de origen es esencial para que una Obediencia o Potencia Masónica sea considerada regular. Esta legitimidad de origen implica que cualquier nueva Obediencia deba recibir el certificado o transmisión de regularidad de otra Obediencia regular, considerándose a la antigua Gran Logia de Londres como la obediencia de la que emana en principio tal regularidad. Sin embargo, tanto el Gran Oriente de Francia como la Gran Logia Unida de Inglaterra, teniendo su origen ambas en esta fuente legítima, expresan de forma distinta los principios de la regularidad masónica.
La Gran Logia Unida de Inglaterra estableció en 1929 los siguientes criterios, vigentes en la actualidad, que deben cumplir las obediencias que deseen obtener su reconocimiento:

La obediencia debe haber sido legalmente establecida por una Gran Logia
regular o por tres o más logias bajo los auspicios de una Gran Logia regular.
Ha de ser realmente independiente y tener autogobierno, con autoridad no
discutida sobre los grados simbólicos de la Francmasonería (es decir, aprendiz,
compañero y maestro) bajo su jurisdicción y no ha de estar sometida de ninguna
otra manera ni compartir soberanía con ningún otro cuerpo masónico.
Los francmasones bajo su jurisdicción han de ser hombres y ni ella ni sus logias han
de tener contacto masónico con logias que admitan la membresía de mujeres.
Los francmasones bajo su jurisdicción han de creer en un Ser Supremo.
Todos los francmasones bajo su jurisdicción han de asumir sus compromisos
sobre el volumen de la ley sagrada (la Biblia) o a la vista de él o del libro
considerado sagrado por el que realiza el compromiso.
Las tres "Grandes Luces" de la Francmasonería (es decir, el volumen de la ley sagrada, la escuadra y el compás) han de estar expuestas cuando la Gran Logia o sus logias subordinadas estén abiertas.
La discusión sobre religión o política en sus logias ha de estar prohibida.
Debe adherirse a los principios establecidos (los antiguos "landmarks" o "marcas de referencia") y las costumbres de la Francmasonería y debe insistir en que sean observados en sus logias.

En aplicación de estos principios, la Gran Logia Unida de Inglaterra y las obediencias de su línea aplican el criterio de reconocer una sola obediencia en cada país o estado. A pesar de que hay algunas excepciones, esto implica que algunas obediencias que cumplen por completo el resto de los principios de regularidad de la Gran Logia Unida de Inglaterra, no tengan su reconocimiento por haber ya otra obediencia reconocida en el mismo país e interpretarse entonces que falla el principio de "autoridad no discutida" sobre el territorio de su jurisdicción.
Por su parte, el Gran Oriente de Francia, no acepta estos criterios por considerar que se contraponen al artículo primero de su Constitución que reza:
La Francmasonería institución esencialmente filantrópica, filosófica y progresiva, tiene por objeto la búsqueda de la verdad, el estudio de la moral y la práctica de la solidaridad; trabaja por el mejoramiento material y moral, y el perfeccionamiento intelectual y social de la Humanidad.
Tiene por principios la tolerancia mutua, el respecto a los otros y a sí mismo, la libertad absoluta de conciencia.Considerando las concepciones metafísicas como del dominio exclusivo de la apreciación individual de sus miembros, rechaza toda afirmación dogmática. Tiene por divisa: Libertad, Igualdad, Fraternidad.

El enfoque del Gran Oriente de Francia respecto a las relaciones masónicas es distinto, puesto que no ha considerado necesario establecer ninguna condición "a priori", a aquellas Obediencias a las que otorga su reconocimiento, basándose sólo en su regularidad de origen, y en la autoridad de sus Grandes Asambleas anuales, reconocida por el artículo 39 de las Constituciones de 1723, para establecer sus propias regulaciones. Se basa, por tanto, más en la coincidencia de principios y objetivos que en la adecuación a un marco preestablecido para establecer sus relaciones.
El asunto de la regularidad, no obstante, no queda cerrado con lo que se ha expuesto hasta aquí. En primer lugar, a veces se confunden regularidad y reconocimiento. No existe en el mundo una cúpula directiva de la Masonería, siendo todas las obediencias libres de establecer relaciones de mutuo reconocimiento con cualesquiera otras.

Tanto la Gran Logia Unida de Inglaterra como el Gran Oriente de Francia lo único que hacen es establecer los criterios en que se basan para reconocer a otras obediencias y establecer relaciones con ellas. De ningún modo obligan a las demás, por más que la universalidad y el establecimiento de relaciones y acuerdos internacionales sea un apreciado valor de la Masonería. No faltan, por otra parte, masones de la opinión de que la Masonería es un sentimiento y que no es necesario el reconocimiento de ninguna de las grandes corrientes para ser regular.

UN POCO DE HISTORIA


Hay un acuerdo general sobre el hecho de que la moderna Masonería, o Francmasonería Especulativa o de Aceptación, nace en 1717, cuando cuatro logias de la ciudad de Londres se unen para crear una institución de mayor rango, a la que denominan Gran Logia de Londres, un tipo de masonería nueva que, basada en el modelo organizativo de los antiguos masones operativos, ya no se dedica a la construcción de edificios sino a la elevación de un "Templo Ideal", basado en la sabiduría y la moral.

Rápidamente empezaron a crearse nuevas logias de este nuevo tipo, tanto en Londres como en otros lugares de Inglaterra bajo la jurisdicción de la recién nacida obediencia, lo que hizo que sus miembros pasaran a denominarla Gran Logia de Inglaterra y, en 1723, se aprueba su carta magna.

Este documento, elaborado por James Anderson y Theophile Desaguliers, es conocido como las Constituciones de Anderson y hay acuerdo en considerarlo el documento fundacional de la Francmasonería filosófica, moderna y especulativa. Muchos le conocen también como Masonería de Aceptación.

Con un talante marcadamente deísta, con claras influencias del pensamiento científico y de las ideas liberales de Locke, Newton y del propio Desaguliers, todos ellos vinculados a la Royal Society británica, su primer artículo establece que:

"Si un masón comprende bien el Arte no será nunca un estúpido ateo",
afirmando por otro lado que, "si bien antiguamente se les exigía seguir la
religión del país en que se encontraban, hoy sólo les exige seguir la religión
en la que todos los hombres están de acuerdo, es decir, ser honestos y probos".

Pronto se empezaron a crear logias en otros países bajo la jurisdicción de la Gran Logia de Inglaterra y obediencias que recibían la carta patente de la obediencia británica. La primera de estas nuevas instituciones fue la Gran Logia francesa, fundada en torno a 1728.
El importante crecimiento de la nueva masonería en torno a la Gran Logia de Inglaterra, suscitó un primer conflicto con la Logia de York de masones operativos (antiguos masones del oficio) quienes para contrarrestarla comenzarán a denominarse "Gran Logia de toda Inglaterra".
En 1751, un número de masones irlandeses ubicados en Londres y afiliados a algunas logias de la Gran Logia de Inglaterra, promueven la creación de una nueva Gran Logia que, en su criterio, mantiene mayor fidelidad a la tradición cristiana que había caracterizado a los antiguos masones operativos, en contraste con la "descristianización moderna", de la que ellos acusan a la primera Gran Logia. Esta Segunda Gran Logia acabará siendo informalmente conocida como la de los "antiguos" en relación a la primera Gran Logia que, paradójicamente, acabará siendo conocida como la de los "modernos".
En 1813 ambas instituciones se unieron formando la United Grand Lodge of England (UGLE).

La constitución de la nueva obediencia, atendiendo en parte a los valores propugnados por la Gran Logia de los "antiguos", introdujo en su constitución un matiz teísta al afirmar la necesidad de la creencia en Dios y en su voluntad, revelada a través de la Biblia o Volumen de la Ley Sagrada.
Tras su fundación en 1728 por miembros de la primera Gran Logia de Inglaterra, la primera Gran Logia francesa recorrió un camino evolutivo distinto, muy de conformidad con el espíritu latino, poco adherido a las formas convencionales y tradicionales.

Durante gran parte del siglo XVIII la Masonería de Aceptación francesa se caracterizó por la creación de una gran variedad de nuevos ritos y grados, algunos de contenido marcadamente místico frente a otras evoluciones filosóficas humanistas.

Estas evoluciones llegan al término de una crisis centrífuga que afecta la masonería francesa en los años 1760, marcada por la división de la primera obediencia en varios bloques rivales, por la abundancia de grados adicionales, la estructuración progresiva de nuevos ritos y la afirmación de corrientes más místicas, paralelamente a la corriente racionalista mayoritaria.

En 1773, la reestructuración que dio lugar al nacimiento del Gran Oriente de Francia, que configurado como una federación de Ritos bajo la presidencia de un Gran Maestro que por primera vez sería electo, permitió reunir a la práctica totalidad de los masones franceses, con la quizá significativa excepción de una llamada Gran Logia de Clermont que finalmente se uniría también a la nueva Obediencia.

El Gran Oriente de Francia (GODF) se convirtió en el garante de la regularidad francesa y el único corresponsal con la Gran Logia de Inglaterra.
En la época imperial napoleónica la Masonería francesa evolucionó hacia posiciones marcadamente sociales y positivistas, lo que contribuyó a acentuar la hostilidad entre la Francmasonería y la Iglesia.

Además es en esta época que el GODF, por una decisión del Convento de 1877 y a partir de una propuesta del pastor Desmons, en virtud del principio de libertad absoluta de la conciencia, eliminó la obligación de invocar al Gran Arquitecto del Universo en sus Logias. Este principio, presente desde el siglo XVIII en las iniciaciones y las instrucciones del Rito Francés, sin embargo aparece como invocación en la apertura y el cierre de los trabajos, así como en la declaración de principios, sólo con los rituales y las Constituciones adoptadas en 1849.
A partir de 1882 las mujeres comienzan a ser aceptadas, y en 1893 se crea la primera obediencia mixta internacional, que tomará el nombre de El Derecho Humano.

Hoy día, se diga lo que se diga, el valor fundamental de cualquier masón es la Regularidad; de ella sobreviene el Reconocimiento, y ambas constituyen un Tesoro masónico para todo hermano bien nacido.